Hay algunos trucos sencillos y baratos que pueden resolver problemas domésticos comunes. Una simple hoja de papel de aluminio en una olla, cacerola o sartén alta con agua hirviendo, combinada con unos pocos ingredientes comunes, puede devolver el brillo original a cubiertos y utensilios de cocina viejos.
Este ingenioso método no solo es eficaz, sino que también evita la necesidad de utilizar productos químicos agresivos y, a menudo, caros. Un método que aplican algunos restaurantes.
Los cubiertos viejos, sobre todo los de acero inoxidable o plata, pueden perder brillo con el tiempo. Esto se debe a la oxidación, que crea una capa opaca en la superficie. Este consejo combina:
- La acción química del bicarbonato de sodio: ayuda a descomponer los residuos y neutralizar los olores.
- Las propiedades del aluminio: El aluminio crea una reacción electroquímica con las sales del agua, ayudando a eliminar los depósitos de oxidación.
- El calor del agua hirviendo: Acelera el proceso haciendo que las reacciones químicas sean más eficaces.
Material e ingredientes necesarios: 1 hoja de papel de aluminio, 1 litro de agua, 1 cucharada de bicarbonato de sodio, 1/2 cucharada de azúcar, cacerola, tijeras.
Prepara la solución: Vierte 1 litro de agua en un recipiente de cocina (puede ser olla, cacerola, cazo o sartén alta). Añade 1 cucharada de bicarbonato de sodio y 1/2 cucharada de azúcar. Mezcla bien para disolver los ingredientes.
Prepara el papel de aluminio: Coge una hoja de papel de aluminio y córtala por la mitad con unas tijeras. Divide cada mitad en 4 trozos iguales. Enrolla cada trozo hasta formar una bola compacta.
Hervir la solución
Llevar el agua a ebullición y, una vez que el agua esté hirviendo, sumergir las bolas de papel de aluminio en la olla.
Limpiar los cubiertos
Coloca los cubiertos viejos (tenedores, cuchillos, cucharas) en el recipiente. Déjalos en remojo durante 10 minutos, manteniendo un hervor suave.
[–>
Acabado
Saca los cubiertos de la olla, cazo o sartén alta con unas pinzas o una espumadera. Lávalos bien con agua templada y un poco de jabón para eliminar cualquier residuo. Sécalos con un paño limpio y admira su nuevo brillo.