Cada vez que le preguntan a Pedro Sánchez y sus ministros sobre el destino de esta incierta legislatura, marcada por la dependencia absoluta de grupos parlamentarios situados a la izquierda y a la derecha de los socialistas, que compiten entre sí y defienden a menudo posiciones irreconciliables, la respuesta es siempre la misma. La heterogénea mayoría que sustenta a la coalición del PSOE y Sumar es la “única posible” y refleja lo que es ahora mismo España, explican. Una suma alternativa, formada por el PP y Vox junto a Junts y el PNV, resulta “inviable”. Al menos, por el momento.
Pero en las últimas semanas los nacionalistas catalanes y vascos se han acercado más que nunca al partido de Alberto Núñez Feijóo, debilitando el bloque que hizo posible la investidura de Sánchez hace poco más de un año. Todo en una coyuntura especialmente sensible, a las puertas de la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, el proyecto que despejaría la legislatura hasta 2027. Al mismo tiempo, el jefe del Ejecutivo tiene varios frentes judiciales abiertos (el caso de su esposa, el de su hermano, el de José Luis Ábalos y el del fiscal general del Estado) y ve cómo Sumar, su socio dentro del Ejecutivo, socava su suelo electoral en cada cita con las urnas. La esperanza está aquí puesta en una futura reconciliación con Podemos, con IU ejerciendo de pegamento entre ambas formaciones, pero un pacto de este tipo parece ahora mismo lejano.
¿Pinza ocasional o anticipo de otra mayoría?
Junts y el PNV se aliaron el pasado jueves en el Congreso con el PP, Vox y UPN para derogar el impuesto a las grandes empresas energéticas. Fueron en total 183 votos, una holgada mayoría que podría convertir a Feijóo en el sustituto de Sánchez al frente de la Moncloa. Pero ese no es un escenario que preocupe al presidente. Su tesis, desplegada por él mismo en varias conversaciones informales con periodistas en las últimas dos semanas, es que un entendimiento a fondo del PP con los nacionalistas conservadores le causaría al jefe de la oposición un conflicto irresoluble dentro de su partido y también con la extrema derecha de Santiago Abascal, partidario de ilegalizar a las formaciones soberanistas.
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La pinza del PP con Carles Puigdemont, un dirigente que asegura no ver apenas diferencias entre Sánchez y Feijóo, es solo “ocasional” según los colaboradores del líder del PSOE, ceñida a una materia como la política fiscal. Horas después de la derrota en el Congreso, el presidente rebajó lo sucedido y puso el foco en las 25 leyes que ha logrado aprobar el Gobierno a lo largo de 2024: de la amnistía del ‘procés’, la iniciativa que hizo posible su mandato gracias al acuerdo con ERC y Junts, a la de modernización de la Justicia, pasando por la de paridad. “Sudamos la camiseta y peleamos todos los partidos, no damos ninguno por perdido”, dijo desde Bruselas, donde participó en el Consejo Europeo.
Pero el pleno también emitió otras señales inquietantes para la coalición del PSOE y Sumar. Dos socios muy alejados ideológicamente entre sí, el PNV y Podemos, cruzaron acusaciones en público a cuenta de una iniciativa de los nacionalistas vascos sobre el desalojo de viviendas okupadas. Hasta ahora los reproches entre los aliados de Sánchez se limitaban básicamente a ERC y Junts, pero esta vez se abrió el abanico. Aitor Esteban aseguró que los morados “mentían”, buscaban “elecciones” anticipadas y solo estaban preocupados por su “duelo particular con Sumar”. Ione Belarra le contestó llamándole “diputado de Repsol” y acusándole de “criminalizar la pobreza”.
El incierto destino de las cuentas
¿Puede alcanzarse un pacto para aprobar los Presupuestos en este ambiente político? Varios socios de Sánchez, como los republicanos, lo consideran “muy improbable”. El presidente se ha comprometido a presentar las cuentas públicas en el primer trimestre del año que viene, pero el optimismo en su entorno mengua conforme pasan los días. La portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría, ya alienta una prórroga del proyecto actualmente en vigor, aprobado en 2022, restando trascendencia a la posible falta de apoyos a los Presupuestos del año que viene.
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Pase lo que pase, insisten en la Moncloa, la legislatura no se verá truncada. Y vuelta al principio: no hay una mayoría alternativa a la de Sánchez en el Congreso, de ahí que Feijóo deje claro que no contempla presentar una moción de censura. El PP, a juicio del presidente, está desplegando una oposición que “no es política”, sino que se basa en el uso de información judicial privilegiada, adelantando decisiones de los tribunales sobre el entorno familiar de Sánchez y sus colaboradores, y juega con las “cartas marcadas”. El “calvario judicial” quedará en nada, anticipa el jefe del Ejecutivo, y él se mantendrá hasta 2027. El pronóstico resulta osado, pero desde que llegó a la Moncloa Sánchez ha ganado casi todas las batallas.
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