Los equipos de rescate, formados por agentes del Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña (Greim), el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) y guías caninos de la Guardia Civil, así como efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) localizaron el pasado 25 de noviembre la última víctima mortal de la dana en Vilamarxant.
Con la localización de esta nueva víctima, la cifra de personas fallecidas a consecuencia de las inundaciones del pasado 29 de octubre asciendieron ya a 222. Tras ese hallazgo, este martes se ha cumplido una semana sin encontrar ningún cuerpo de víctimas mortales de la dana.
Aunque los equipos de rastreo en tierra, en los que siguen integrados Guardia Civil, bomberos, Policía Nacional, voluntarios y soldados de la UME y de Tierra, así como maquinaria civil pesada, no cejan en su empeño, pero la búsqueda cada vez es más complicada y las esperanzas de encontrar a las cuatro personas que faltan se van reduciendo. Aún así, nadie ha puesto una fecha límite; la idea es mantener los rastreos hasta que aparezcan todos.
Francisco Ruiz Martínez
Así, cuando se ha cumplido ya le mes, quedan por encontrar cuatro personas. Francisco Ruiz Martínez, de 64 años, fue arrastrado aquella tarde por las aguas en el aparcamiento de un supermercado ubicado en el polígono de Monserrat, justo después de salvar a sus nietos subiéndolos al techo de su coche; ayer, los equipos ya lo buscaban en Algemesí, donde el Magro se une al Xúquer antes de seguir hacia el mar.
Elisabet Gil Martínez y Mohamed Belhadi
En el barranco del Poyo hay dos posibles víctimas. Elisabet Gil Martínez, de 38 años, y Mohamed Belhadi, de 59. La primera, la única mujer que permanece sin localizar, desapareció en Cheste cuando iba a trabajar con su madre, Elvira Martínez Alfaro, de 64 años, al hotel La Carreta, en la A3. Nunca llegaron, porque en la llamada rotonda del motorista fueron desviadas: la autovía de Madrid era ya un pantano y la Policía Local impedía el paso por ese tramo. Elisabet, que conducía el Ford Focus negro en el que iban hacia el trabajo, envió vídeos a su jefe informándole de que estaban teniendo muchas dificultades para llegar. El cuerpo de su madre fue encontrado días más tarde, muchos kilómetros más abajo, pero ni ella ni el coche han sido aún localizados.
También junto al barranco del Poyo, pero muchos más kilómetros más abajo, desapareció Mohamed Belhadi, Moussa para los amigos. Vivía en una caseta, junto a dos amigos, muy cerca del metro de Paiporta. Cuando el agua empezó a subir, agentes de la Guardia Civil de ese municipio fueron a desalojar la estación de Metrovalencia y a avisar a Moussa y a los otros dos, un hombre y una mujer, conscientes de que la infravivienda iba a ser arrasada. No llegaron, la ola los arrinconó por el camino y a duras penas sobrevivieron subidos a un árbol hasta bien entrada la madrugada. De Mohamed no se tienen noticias desde ese día, la mujer y el hombre con los que compartía chabola, por fortuna, se salvaron.
José Javier Vicent Fas
La cuarta persona que permanece desaparecida es José Javier Vicent Fas, de 56 años. Esa tarde, la del 29 de octubre, decidió ir con su hija, Susana, de 30 años y con síndrome de Down, a la casa de campo que tenían en Pedralba. Su mujer se había quedado en el domicilio habitual, en València. Lo último que supo de ellos es que su marido le envió mensajes diciéndole que llovía una barbaridad y que el agua estaba empezando a subir por encima de lo normal.
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El cuerpo sin vida de Susana fue encontrado la mañana del jueves, 31 de octubre, en la playa del Mareny Blau, en Sueca: recorrió todo el Túria hasta la desembocadura y luego las corrientes la arrastraron. Del padre sigue sin haber noticias, aunque la sospecha es que pudo haber seguido el mismo recorrido, casi 60 kilómetros de río y 30 más por el mar.