Inglaterra vive en un vacío de poder tras la renuncia de Gareth Southgate al banquillo de los ‘Three Lions’. La derrota frente a España en la final de la Eurocopa y las críticas a su propuesta futbolística acabaron con un proyecto que paladeó más amargura que éxito. Lee Carsley asumió el marrón de la FA de forma interina, con la ilusión de un debutante y el deseo de, por qué no, convencer a los jerifaltes del fútbol inglés y ganarse un contrato permanente. El inicio de su andadura, sin embargo, fue un tropezón morrocotudo ante Grecia y en Wembley en la Nations League (1-2). El ‘dudómetro’ se disparó por las nubes y la prensa británica, dada a quemarlo todo a las primeras de cambio, ya está encendiendo las brasas de la hoguera.

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