Debido a la inclinación del planeta respecto al Sol, hay zonas en el extremo norte de la Tierra (las que quedan más ‘apartadas’ del astro rey) que no reciben su luz en semanas e incluso meses. Literalmente, el Sol no sale durante la noche polar, aunque hay que señalar que el grado de oscuridad varía dependiendo de la zona donde se esté dando este fenómeno; es decir, la penumbra no es total en todas las regiones.
Cuanto más cercano se esté al Polo Norte, la oscuridad será mayor, mientras que en partes más alejadas de este; habrá más momentos de cierta claridad.
En Alaska se encuentra un pueblo de 4.400 habitantes, llamado Barrow (Utqiagvik, en lengua nativa), cuyos vecinos se reúnen cada año alrededor del 20 de noviembre para observar la última puesta de sol del año. Esta localidad se despide de la luz solar durante más de 60 días, hasta que el 23 de enero siguiente el astro rey volverá a asomar por el horizonte. La actividad de esta localidad cesa casi por completo durante este tiempo y gran parte de su población se traslada a otros lugares durante estos dos meses.
Solo unas breves horas de penumbra, conocida como crepúsculo civil, evitan la total oscuridad en dicha población, así como en otras que se hallan en circunstancias parecidas.
Otros enclaves con noche polar
Nurmansk es una localidad de Rusia, la más grande situada dentro del Círculo Polar Ártico (295.000 habitantes) y enclave estratégico para la extracción de carbón, que queda sin luz del sol durante aproximadamente 40 días. Es una ‘noche polar’ algo más corta, debido a que halla algo más alejada del Polo Norte que otras.
En Svalbard, Noruega, en pleno océano Ártico, miles de turistas llegados de todo el mundo tratan de captar las fantásticas auroras boreales que desde allí se divisan. Ello es posible, entre otras cosas, por el hecho de que Svalbard ‘en modo nocturno’ desde noviembre a enero.
El fenómeno opuesto, es decir, el verano polar, ocurre cuando el sol no se oculta durante semanas. Es posible entonces ver el ‘Sol de medianoche’, fenómeno que se produce entre los meses de mayo y agosto en localidades como Barrow.
Se trata, por tanto, de un ritmo de vida que presenta grandes desafíos para las poblaciones de estos enclaves que, pese a no ser muy numeroso, debe adaptarse a cambios tan radicales a lo largo del año. De hecho, los ritmos circadianos (una especie de regulador interno del cuerpo humano de los que depende el descanso) se pueden ver alterados por esta situación.
…………..
[–>
Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es