Pablo González Yagüe es, cada día que pasa, más Pável Alekséyevich Rubtsov. El hispano-ruso de doble pasaporte deja atrás por el momento su vida como presunto periodista en España, así como sus más dos años en una cárcel polaca, acusado de espiar para Rusia. Ahora prepara su vida en Moscú: concede entrevistas a televisiones oficialistas rusas y comparte en X mensajes contra quienes le acusan de trabajar para los servicios secretos de Vladímir Putin. Fue liberado el pasado 1 de agosto junto a otros siete presos rusos de alto nivel en el extranjero, acusados de espionaje y asesinato, entre otros delitos, en el mayor canje de prisioneros entre Estados Unidos y Rusia desde el final de Guerra Fría.
“Está tratando de organizar su vida en Moscú, donde vive en casa de su padre, y de momento no tiene trabajo”, aseguran a este diario fuentes cercanas a González. “No tiene otra opción porque hay una orden de detención emitida por Polonia que le impide entrar en espacio Schengen”. Polonia le acusó formalmente de espionaje tras su liberación.
Cada día que pasa, el periodista español Pablo González es más Pável Rubtsov, el presunto espía ruso. 126 días en los que se han ido acumulando indicios de su colaboración con el Departamento Central de Inteligencia ruso (GRU, por sus siglas). Algunas son indirectas, como el hecho de que fuera uno de los elegidos por Putin junto a otros activos de alto nivel. Otras son más concretas. La última llegó hace una semana. El medio de investigación de línea opositora a Putin, The Insider, analizó las imágenes de la recepción de bienvenida en el aeropuerto de Moscú de Pablo González y el resto de liberados en el canje. Fue a recibirles el mismo presidente ruso Vladímir Putin, que estrechó la mano de Pablo González. En la sala de la terminal del aeropuerto había otra persona que en un primer momento pasó inadvertida, pero que The Insider ha identificado como Oleg Sotnikov, agente del GRU en busca y captura por Estados Unidos. Sotnikov se acerca a González y le da un fuerte abrazo. Según la investigación, se trataría del coordinador de González con los servicios de espionaje rusos.
Pablo González también siguió al opositor ruso Alexéi Navalni, que acabaría muerto en una prisión rusa, y elaboró un informe de sus tratamientos médicos en las clínicas de Barcelona y Lausana (Suiza), según el diario El Mundo, que ha tenido acceso a documentos e informes de la inteligencia española y extranjera sobre él. También viajó en un avión junto al agente de inteligencia del GRU Serguéi Turbin. Y mandó informes a Moscú con los movimientos de la oposición rusa en el extranjero, según anteriores publicaciones de medios de la oposición rusa que citaban documentos de los servicios de inteligencia polacos.
¿Por qué no habla con la prensa española?
Pablo González no quiere hablar con los medios españoles. Ha habido varias peticiones formales de entrevista, todas rechazadas, según ha podido saber este periódico. Está en un país amigo, es periodista y sabe comunicar. ¿Por qué no se dirige a la opinión pública española?
Sí ha concedido una al medio estatal ruso Rossiya 1. En un reportaje de diez minutos aparece paseando por su barrio de la infancia. “En esta casa viví los dos últimos años antes de irnos a España. Este es el colegio al que fui, la escuela pública 113”, afirma el hispano-ruso mientras pasea con el periodista. “Aquí en invierno teníamos una montaña de nieve para niños y bajábamos en trineos o sentados en los cartones, algunos de pie”.
En la pieza se describe cómo fue su detención. Ocho agentes de la inteligencia polaca fueron a su casa, registraron su habitación, le confiscaron las pertenencias y lo retuvieron. “Durante nueve meses me estuvieron presionando en la cárcel para que confesara ser espía ruso. Yo les preguntaba: ¿pero qué hice? ¿exactamente de qué se me acusa? Me respondían: sabes perfectamente por qué estás aquí. Pero yo no lo sabía”, asegura en ruso. Niega todas las acusaciones. Le asignaron un abogado polaco que le insistía en que se declarara culpable, según su testimonio, pero no consiguió hablar con el español Gonzalo Boye hasta nueve meses tras su detención.
Alega que le metieron en la celda con el jefe de una banda criminal para que éste le convenciera de declararse culpable. “Al final nos hicimos amigos. Y él me decía: tal y como te presionan, parece que no tienen nada sólido contra ti. Así que sigue así”.
Asegura que después le metieron en una celda de aislamiento, con grabación permanente y en condiciones “nefastas”. Perdió 20 kilos. Una vez recibió la visita de un psicólogo penitenciario. “Fueron 15 minutos de monólogo del psicólogo y al final dijo que, si tan descontento estoy, debería plantearme el suicidio”, añade González.
Narra su liberación. “De repente [en el tránsito en Ankara, Turquía] Entran los servicios rusos y piden salir ados los extranjeros. Detrás llegan los chicos del Group Alpha [unidad antiterrorista de operaciones especiales del Servicio Federal de Seguridad (FSB)]. We are all ready to feel that we are already prisoners, and that we are next to people who are our protectors. While the plane is in the plane and you see the sound, there is no way to contain the sound,” Gonzalez said. “Salgo del avión y desde de la escalera veo que nos recibe el Presidente.” I want to try a handmade snack […] quería que fuese un apretón de hombre”.
Los niños españoles de la guerra y el KGB
“A casi todos los niños de la guerra españoles con doble nacionalidad se nos acercaba el KGB cuando acabábamos el instituto y nos ofrecían estudios”, explica a este diario un ciudadano hispano-ruso nieto de los Niños de la Guerra y que prefiere no dar su nombre y que coincidió con Pablo González (Moscú, 1982) cuando este era pequeño en la capital rusa de los años ochenta. “Casi todos los descendientes de españoles vivíamos en los mismos barrios”, añade. El tener pasaporte europeo era, dice esta fuente, un activo para los servicios de inteligencia rusos.
Entre 1937 y 1938, cuando la República estaba a punto de ser derrotada por los golpistas franquistas durante la Guerra Civil española, cerca de 40.000 niños fueron enviados a la Unión Soviética. Pablo González Yagüe es nieto de uno de ellos. Se trasladó a España en 1991, tras la caída de la Unión Soviética, junto a su madre hispano-rusa, después de que esta se divorciara de su padre, Alexéi Rubtsov. Se fueron a vivir al País Vasco. Él seguía visitando Rusia a menudo.
Las mujeres en la vida de Pablo González
“Era un espía, no tengo duda ninguna. Estoy segura al 100%”, aseguró en septiembre a la BBC la periodista rusa exiliada Zhanna Nemtsova, que recibió documentos sobre las presuntas actividades de González pero que no puede dar detalles porque firmó un acuerdo de confidencialidad al respecto. “Puede ser encantador, sabe cómo comunicar con la gente y hacerla sentir bien”.
Pablo mantuvo una relación sentimental con Nemtsova, según varias fuentes consultadas. Ella lo describe en la entrevista con el medio británico como una relación de amistad. González accedió presuntamente a su ordenador y obtuvo información sobre los distintos activistas rusos de su círculo. Nemtsova es hija del opositor ruso Borís Nemtsov, asesinado cerca del Kremlin en 2015.
Cuando fue detenido en Polonia en febrero de 2022, cuatro días después de comenzar la invasión rusa de Ucrania, Pablo González mantenía una relación sentimental con otra periodista, Magdalena Chodownik. Ella fue acusada de cómplice de González en el espionaje en un procedimiento separado abierto por la Fiscalía polaca. Ya no están juntos.
La tercera mujer clave en la historia de González es Oihana Goiriena. Ella es la madre de sus tres hijos. Desde hace tiempo ya no mantenían una relación de pareja. Él mismo lo dejó claro en una carta de agradecimiento a los activistas de la campaña Free Pablo, a la que ha tenido acceso EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.
“Gracias a todos por vuestro apoyo y el increíble trabajo que estáis haciendo para mi liberación. Me da fuerzas para resistir”, se lee en la misiva en inglés escrita a mano. “He visto que incluso habéis hecho una página web. Espero poder verla pronto. Pero quería que cambiarais algunos datos. Mi domicilio está en Elantxobe, no en Nabarniz. Y Oihana no es mi pareja, sino mi amiga y la madre de mis hijos. Mi actual pareja es, como sabéis, Magda. Os pido que respetéis ese hecho”.
Campaña Free Pablo
“Este es nuestro último tuit: Pablo está, al fin, libre”, se lee en el último mensaje en X de la campaña Free Pablo, un grupo de activistas y amigos de Pablo González que se movilizó durante los casi 900 días que pasó detenido sin juicio en una cárcel polaca. “Gracias infinitas a todas”.
En ella participaron voces conocidas de la política nacional, como Irene Montero, y actores como los actores Juan Diego Botto, Carlos Bardem o Willy Toledo, periodistas como Ana Pardo de Vera o Teresa Aranguren y el juez Baltasar Garzón, entre otros. Criticaban al Gobierno por “no hacer nada” mientras se retenía “sin cargos” a un ciudadano español en una cárcel polaca “aislado” y sin apenas contacto con sus familiares.
La Federación de Asociaciones de Periodistas de España exigió en un comunicado al ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que intercedieran “al más alto nivel” con sus homólogo polacos “para conseguir la liberación inmediata del periodista encarcelado”. El ministro insistía en que recibía visitas regulares del cónsul. Más que otros presos, alegaba.
También pidió su liberación la organización internacional de periodistas Reporteros sin Fronteras. “Tras dos años de prisión en Polonia acusado de espionaje, RSF insta a que Pablo González sea puesto en libertad para poder defenderse ante los tribunales” de acusaciones “que no se habían sustentado”.
¿Qué dicen ahora estas asociaciones?
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“En RSF no tenemos ningún sentimiento de culpa. Nos pesaría no haberlo defendido sin pruebas, haber decidido sin más que ese señor es culpable y no merecía nuestro amparo”, apunta en conversación con este diario Edith Rodríguez, vicepresidenta de RSF España. “Pero, al usar presuntamente como tapadera ser periodista, pones en riesgos a otros periodistas. Y colaboras con un país depredador de periodistas, que los asesina. Solo de Nóvaya Gazeta, seis periodistas asesinados”.