El que diga que deporte y política no van ligados, miente. El fútbol, y más el de selecciones, va cogido de la mano con la política. Rumanía no reconoce el estado de Kosovo y la afición que acudió al Nacional de Bucarest se encargó de demostrarlo antes y durante el partido de Nations League frente a los balcánicos. Si ayer veíamos imágenes lamentables en el Francia-Israel disputado en el Stade de France, con cargas policiales para evitar males mayores, en Rumanía se fue un punto más lejos.

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