Lamine Yamal tiene una misión en esta Champions, como el propio futbolista ‘deslizó’ en sus redes sociales dos días antes de enfrentarse al Bayern de Múnich. Y el canterano se puso manos a la obra ante los alemanes para cuajar otra actuación completísima que ya no extraña a nadie.
Los futbolistas por los que un aficionado paga una entrada son los que más hay que cuidar. Y Lamine levantó a la grada y provocó el ohh colectivo en varias ocasiones. Cuando le hizo un ‘sombrero’ a Alphonso Davies, a quien llevó por el camino de la amargura. Pero no fue al único. Pasó por delante de Gnabry y de Kimmich como si fuera invisible, ‘pinchó’ el balón como si estuviera permanentemente pegado a sus pies… fue un festival de acciones solo al alcance de los elegidos que dejó a los aficionados (los del Barça, pero también los del Bayern) boquiabiertos.
Por si fuera poco, tras una de estas genialidades, el de Rocafonda se dirigió a la grada y levantó los brazos para alentarlos. La reacción fue inmediata, el equipo estaba sufriendo ante los alemanes y empezó a jugar cada vez mejor hasta la goleada final.
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Goleada en la que participó directamente sobre todo en un gol, el cuarto. Tras recibir de Pedri a la contra y controlar con maestría, avanzó y vio a Raphinha para enviarle un pase en profundidad que el brasileño no desaprovechó. Lamine se apuntó de esta manera su séptima asistencia de la temporada, la primera en la Liga de Campeones.
Lamine es incontenible. Y de ello puede dar fe Alphonso Davies, que pareció estar a un paso del Real Madrid y que últimamente ha sonado con fuerza en la órbita del Barça. El lateral canadiense es un pedazo de futbolista, pero no pudo con el canterano azulgrana ni con ayudas. Y es que cuando pone el ‘turbo’, el de Rocafonda es casi imposible de frenar.
Con el clásico en la mente
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Pero no todo fueron ‘delicatessen’ y carreras por la banda. El azulgrana también evidenció una gran madurez ante un Bayern que acabó rendido a los azulgranas. En los últimos minutos, emergió la figura de un Lamine Yamal inteligente y con libertad para ir de un lado a otro del campo, recogiendo el balón, buscando espacios y liderando un rondo colectivo para acabar de aturdir al ‘gigante alemán’.
Un partido a la altura de una competición que, se nota, Lamine la quiere conquistar. A sus 17 años, supo sufrir cuando el Bayern apretó y colaborar en las misiones defensivas, y pasárselo bien antes y después del pitido final, cuando dejó ir toda su alegría para celebrar el triunfo junto a la afición. Una merecida celebración comandada por los más jóvenes y con un papel preponderante para Lamine.
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Que ya se centra en el clásico del sábado, partido que afronta con unas ganas enormes el de Rocafonda. Ha perdido los tres partidos que ha jugado contra los blancos y tiene la cuenta pendiente de marcar (y de asistir) al máximo rival. La misión de Lamine continúa y el siguiente paso es ‘liarla’ en el Bernabéu.