El PP llevaba trabajando muchos días -la mayoría en silencio y sin que trascendieran los contactos- para poder derogar el gravamen a las grandes empresas energéticas, una medida estrella del Gobierno y sus socios de la izquierda. En realidad, el trabajo comenzó antes. Justo cuando los conservadores -para sorpresa de algunos- no quisieron vetar en el Senado la reforma fiscal del Ejecutivo y apostaron por registrar enmiendas. Un movimiento parlamentario que a priori no tenía mucha explicación y que se salía de la estrategia habitual. Y este jueves se desveló el motivo: conscientes de que el gravamen (cuya prórroga reclaman Podemos, ERC y EH Bildu) no contaba con el visto bueno de PNV y Junts, decidieron llevarlo hasta el final vía enmienda para escenificar una ruptura de la mayoría de Pedro Sánchez en política fiscal.

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