El PP llevaba trabajando muchos días -la mayoría en silencio y sin que trascendieran los contactos- para poder derogar el gravamen a las grandes empresas energéticas, una medida estrella del Gobierno y sus socios de la izquierda. En realidad, el trabajo comenzó antes. Justo cuando los conservadores -para sorpresa de algunos- no quisieron vetar en el Senado la reforma fiscal del Ejecutivo y apostaron por registrar enmiendas. Un movimiento parlamentario que a priori no tenía mucha explicación y que se salía de la estrategia habitual. Y este jueves se desveló el motivo: conscientes de que el gravamen (cuya prórroga reclaman Podemos, ERC y EH Bildu) no contaba con el visto bueno de PNV y Junts, decidieron llevarlo hasta el final vía enmienda para escenificar una ruptura de la mayoría de Pedro Sánchez en política fiscal.
De toda la agenda económica, la política fiscal es quizá lo que más puede unir al PP con los nacionalistas vascos y los posconvergentes. Con los primeros apenas hubo conversaciones. Pero el partido de Alberto Núñez Feijóo conocía la posición del PNV en Euskadi, que además ha sido muy duro públicamente con el resto de socios -especialmente Podemos- reprochándoles que exigen cuestiones que son imposibles de asumir para ellos, tensando demasiado la cuerda. “Pareciera que buscan elecciones generales”, llegó a decir Aitor Esteban en los pasillos del Congreso este jueves.
Con el partido de Carles Puigdemont que en la Cámara Baja lidera Míriam Nogueras sí ha habido muchas conversaciones. El otro interlocutor con el que el PP ha tenido más contactos es el diputado Josep Maria Cruset. Y tras asumir algunas modificaciones de Junts en el trámite del Senado, donde el PP tenía la mayoría absoluta, el camino quedó allanado para dar luz verde a la enmienda número 54 en el Congreso. La que, como publicó este diario, derogaba el gravamen a las energéticas pocos días antes de que acabe el año, imposibilitando en principio la prórroga que los otros socios del Gobierno exigen hasta saber si habrá o no nuevo impuesto definitivo.
La enmienda quedó aprobada con 183 votos y la victoria política hizo inevitable la euforia en las filas del PP. En realidad, Junts se mantuvo fiel al pacto fiscal con Sánchez de manera global. Pero se unió a los populares en este golpe de mano que para Feijóo es esencial. Fuentes del núcleo duro conservador reconocían ese objetivo mutuo por el que también Junts utilizó al PP para conseguir uno de sus fines sin renunciar al resto del acuerdo con PSOE. “No tenemos ningún problema si los dos salimos ganando”, reconocían
En el Ministerio de Hacienda quitaron importancia desde el primer minuto al movimiento, asegurando que el impuesto iba a decaer en cuanto terminara el año de todas formas. Lo previsible es que el lunes que viene el Consejo de Ministros apruebe un nuevo real decreto ley con esa prórroga, comprometida por el Gobierno.
Hay voces en el PP que apuntan a muchas dudas jurídicas si optan por no publicar la ley aprobada ayer (y que elimina el gravamen) hasta aprobar el decreto que permite su prórroga. Entienden que ya no hay base para hacerlo porque, de facto, el Congreso ha tumbado el impuesto. “No se puede prorrogar lo que no existe”, repiten.
El PP entra al juego parlamentario
En todo caso, ese nuevo real decreto ley quedará en papel mojado. Ya no parece probable que Sánchez pueda contar con los votos de todos sus socios para convalidarlo en el plazo máximo de un mes. Por lo tanto, en el PP siguen viendo “un parche” a la espera de ver cómo resuelve María Jesús Montero un embrollo que para todos los socios es esencial, pero que lo ven de forma muy distinta. PNV y Junts no aceptarán un gravamen de ese estilo. Y la izquierda lo sigue reclamando en la negociación de los Presupuestos.
En ese hueco de falta de entendimiento decidió entrar el PP a jugar. Como publicó este diario, en Génova niegan que exista estrategia definida que cuente con los independentistas (con el PNV la interlocución es mucho menor) para hacer daño al Gobierno. También en Junts dejan claro que son alianzas puntuales que responden a casualidades del debate típico parlamentario.
Pero hay dirigentes populares que reconocen que se ha abierto un camino definitivo. La constatación, ahora sí, de que si juegan bien sus cartas la mayoría de Sánchez, especialmente en cuestiones económicas, puede romperse en más de una ocasión. Y con asuntos nucleares como lo fiscal. Esto, inciden en la dirección nacional, “supone un antes y un después”.
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Aunque en otras ocasiones el Gobierno ha perdido votaciones parlamentarias, precisamente por la suma de PP, Vox y Junts (en otras ocasiones también con el PNV, como el reconocimiento de Edmundo González como presidente electo de Venezuela), en el núcleo duro de Feijóo insisten en que esta ocasión es distinta por lo que implica: una mayoría de grupos de centro derecha respaldando una política económica común.