La intención inicial estaba clara: si Israel o Estados Unidos atacan a una, atacan a todas, y todas saldremos en defensa de nuestra milicia aliada. Esta era la premisa del ‘Eje de la Resistencia’, un paraguas de grupos paramilitares de Oriente Próximo aliados de Irán, que durante dos décadas ha llevado a cabo una guerra híbrida y soterrada contra los intereses de Washington y Tel Aviv en la región.
Estos grupos son Hamás y la Yihad Islámica en Palestina, Hizbulá en el Líbano, las Unidades de Movilización Popular (UMP) en Siria e Irak y los rebeldes hutíes en Yemen. Pero dicha premisa falló. Cuando Hamás atacó el sur de Israel hace justo un año, las UMP, los hutíes e Hizbulá empezaron una tímida campaña de acciones en sus países, pero nada más. Estaba claro: ni ellos ni Irán —el gran valedor del ‘Eje de la Resistencia’, quien pone el dinero y la dirección militar— querían arriesgarse a verse sumidos en un conflicto total contra Israel.
Y así, a finales de julio de este año, Israel mató el líder político de Hamás, Ismail Haniya, en la propia capital iraní. Nada ocurrió: Irán prometió venganza, una respuesta dura, que el Estado hebreo lo pagaría muy caro. No fue así. Israel, este septiembre, volvió a dar otro paso con su ofensiva terrestre en el sur del Líbano y el asesinato de Hasán Nasralá, el histórico líder de Hizbulá.
Irán, por ello, atacó el pasado martes Israel con 200 misiles balísticos, en una acción aparentemente diseñada tan solo para mandar un mensaje y no causar daños. El ‘Eje de la Resistencia’ y las milicias que lo componen se han mantenido al margen. La coalición parece haber hecho aguas en su primer examen real.
“Este eje fue, desde un primer momento, una ficción bañada de una cierta propaganda con el objetivo de ensalzar el prestigio de la República Islámica. Sus miembros han tenido un cierto éxito militar, pero sus resultados han sido muy distintos cuando han tenido que enfrentarse a adversarios más serios, como un Estado como Israel”, explica el investigador Ali Alfoneh, miembro del Instituto de Países Árabes del Golfo de Washington.
Los grandes éxitos del ‘Eje de la Resistencia’ ocurrieron sobre todo hace una década, con la derrota en Siria e Irak del Estado Islámico (EI). Con la derrota del grupo yihadista en estos dos países, las UMP, Hizbulá —e Irán, en la sombra— consiguieron amasar un gran territorio de influencia y poder: ahora, estas milicias conforman en Irak un Estado paralelo basado en el control de las instituciones iraquíes y la extorsión a la población civil no chií.
Problemas en la inteligencia
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En la actualidad, sin embargo, las dudas con el eje iraní son muchas, y no solo militares. Israel, con sus operaciones constantes de bombardeos y asesinatos de los líderes de las milicias que conforman el grupo han demostrado lo profundo que ha conseguido la inteligencia israelí penetrar en estas organizaciones: hasta el punto de conseguir, en dos días hace dos semanas, herir y matar a decenas de miembros de Hizbulá en el Líbano haciendo que sus buscas y ‘walkie-talkies’ explotasen.
Desde ese suceso, según han informado oficiales anónimos iraníes a la agencia de noticias Reuters, Irán está realizando una purga interna para buscar topos o informantes israelíes, mientras el líder supremo, el ayatolá Alí Jameneí, vive protegido en un lugar “de alta seguridad” en Teherán.
“Todas las fuerzas en la resistencia están con Hizbulá. Y será Hizbulá, en la cúspide de esta resistencia, quien determine el futuro de toda nuestra región”, dijo esta semana Jameneí, antes del ataque iraní contra Israel. Este ataque, sin embargo, no ha detenido la ofensiva del Estado hebreo contra la Franja de Gaza y el sur del Líbano.
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“Irán está en una posición complicada, porque si no hace nada para defender a estas milicias, las debilitará. —continúa Alfoneh—. Y si son debilitadas, entonces se debilitará también la credibilidad iraní y su capacidad de disuasión. Pero si Irán se involucra demasiado en el conflicto [en Gaza y el Líbano] “I will come to provoke Israel at a time when the Israelis want to go against him.”
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