“Confío plenamente en Alcaraz” espetaba Rafa Nadal en rueda de prensa mientras su amigo y ahora compañero de equipo arrancaba el segundo punto de la eliminatoria. A vida o muerte. Sin opción a fallar. Y eso, le pasó factura al inicio.
Arrancó frío al compás del ambiente que dejó la derrota de Nadal ante Botic Van den Zandschulp. Tanto, que tras un inicio igualado y sin apenas brillantez, Griekspoor consiguió ponerse por delante en el marcador con una rotura a su favor en el sexto juego.
Dominaban los errores y en ello el neerlandés sacó provecho. Aunque la rotura, por más que ponía contra las cuerdas al equipo español, solo tuvo un efecto. Y para sorpresa de Griekspoor y los suyos no fue a su favor. Despertó Carlitos que tras devolver de inmediato la rotura encendió la maquinaria y cambió la raqueta por su barita mágica.
El set llegó al 6-6 y con ello, a un ‘tie break’ en el que con Rafa ya en el banquillo, no tuvo historia. La presencia del balear en el Carpena dio todavía más fuerzas a un Alcaraz que estaba ya en modo imparable.
[–>Endosó un rosco en el desempate levantando punto tras punto al público de sus asientos y desesperando a un Griekspoor que lanzó la raqueta y acabó enrabietado con el público y contra el mundo siendo incapaz de entender lo que acababa de suceder.
Sin historia
Ni su potente saque le valió para sumar un solo punto en un partido que había cambiado ya totalmente la dinámica. Solo había un dueño en el Carpena y pese a que el equipo neerlandés optó por marcharse a los vestuarios en busca de frenar el ritmo, no encontró el efecto deseado.
A la vuelta, misma tónica. Carlitos en modo Carlitos. Dejadas, derechas y golpes de ensueño y resistencia para ir sumando juego tras juego hasta el 3-0 y dejar cabizbajo y sin ideas a un Griekspoor al que se le venía a la cabeza la paliza recibida en Pekín hace apenas unos meses.
Solo la potencia en el servicio y en sus golpes de derecha le valieron para seguir a dos juegos de distancia, pero Alcaraz no iba a dejar opción alguna a que el rumbo del partido cambiara lo más mínimo.
El murciano entonó el servicio, conocedor que minutos después la eliminatoria se iba a decidir en el decisivo partido de dobles, con su presencia de nuevo. El público se entregó a él e incluso ambos jugadores terminaron sumándose a la ola gigante que el público inició. Mientras tanto, Nadal no podía hacer más que sonreír viendo los mil y un trucos que su compatriota se iba sacando de la chistera.
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7-6 y 6-3 en una hora y 25 minutos de partido para meterse de lleno a pensar en el partido junto a Marcel Granollers. El verdugo de Nadal y el especialista Koolhof, los rivales.
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“Vamos a por todas” así de claro y directo se mostró el murciano sobre la pista nada más acabar. La Davis y el futuro de Rafa, en juego.