La noche de Halloween de 2021, un hombre enmascarado mató a Lorenzo Pompiliu en el barrio de Santa María de Benquerencia, en Toledo. El joven, de 21 años, estaba con un amigo en un solitario parque cuando sobre las 2:30 horas, una persona con el rostro tapado con una máscara y armado con un machete, se les acercó con intención de atracarles.
Lorenzo sacó diez euros de la cartera. Pese a ello, el agresor le dio un machetazo en el cuello. Le perforó la yugular y el joven murió desangrado minutos después.
Su amigo pudo esquivar otro ataque, aunque fue herido en la oreja izquierda, antes de que el enmascarasdo saliese corriendo de la escena del crimen sin ni siquiera coger el billete, del que no se pudieron extraer huellas.
Un crimen sin resolver
[–>
Sobre el caso se decretó secreto de sumario un año después. La investigación de la Policía dibujó un perfil aproximado del asesino que no ha variado desde el principio y que está tomado de la declaración del único testigo: “hombre joven, de metro setenta y cinco de altura aproximadamente. Vestido con ropa oscura, de deporte. Hispano, a tenor de su acento. Con un machete en la mano derecha, una capucha y una máscara de Halloween”.
Así lo recogen los informes policiales a los que el canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica ha tenido acceso y cuyas diligencias previas ha llevado a cabo el Juzgado de Instrucción 3 de Toledo. La jueza sobreseyó las pesquisas al cumplirse un año sin un sospechoso claro.
Constantine Cazacu es el padre de Lorenzo. Lleva tres años sufriendo por no conocer la identidad del asesino de su hijo. “Me siento estafado”, se lamenta en declaraciones a este medio.
“No podré entender nunca como un grupo de policías expertos no puede conseguir pruebas. Es como si lo hubiera matado un extraterrestre. Ha desaparecido.”
El padre se muestra reacio a confiar en la labor policial. “Es muy extraño. Cuando analizan el billete ¿no hay huellas? Con la tecnología que hay ahora es imposible no encontrar ninguna evidencia”. La falta de pruebas tres años después pesa como una losa sobre la familia.
Tres relatos, dos sospechosos
[–>
Durante las pesquisas que centraron la investigación policial del asesinato, se analizaron tres relatos de diferentes testigos, la misma noche en la que sucedió el crimen:
En primer lugar, una persona que reside en una calle cercana “vio a un vecino con una máscara irse en un coche“, unas horas antes del asesinato. Aquella noche, hubo una fiesta en casa de ese vecino y el testigo asegura que minutos antes de la hora en que se cometió el asesinato de Lorenzo, escuchó cómo algunos asistentes a la fiesta gritaban que “iban a matar a alguien, o que ya lo habían matado”.
Al día siguiente del crimen, la policía registró la casa de este sospechoso, pero no encontraron pruebas, según quedó archivado en la diligencia de entrada y registro consultada por este medio.
Por otro lado, un menor declaró que la noche del crimen se encontraba de fiesta con sus amigos en una calle del mismo barrio cuando un desconocido los atemorizó “con un machete y una máscara roja de Jason“, el asesino de la saga de terror ‘Viernes 13’.
La descripción aportada coincide con la declaración del superviviente del ataque. Ese primer encuentro ocurrió 20 minutos antes del asesinato y según las propias declaraciones “actuaba como un sádico”.
Por último, una vecina declaró que, tras escuchar gritos de auxilio, se asomó al balcón y vio a un hombre corriendo. Vestía ropa oscura y corría “en dirección opuesta al lugar del que procedían los gritos”, aseguró, mientras cruzaba el parque. No obstante, le pareció que este sospechoso “llevaba gafas graduadas” y no una máscara.
“Me voy a morir sin que se resuelva”
[–>
Posteriormente, la Policía centró sus sospechas en otra persona: un joven del barrio conocido por su agresividad y violencia, que ya había sido detenido en diferentes ocasiones. Una de ellas, por “un delito de lesiones graves causadas por un machete de grandes dimensiones”. Según el informe policial, el joven reconoció aquella agresión.
Tras investigarlo, la jueza interpretó que faltaban evidencias. Así lo confirma el padre de Lorenzo, que se muestra afligido: “La justicia esta ciega y sorda.Tengo más de 70 años, me voy a morir y el caso no se va a resolver”.
Constantine ha renunciado a la ayuda legal en este caso. Cuenta que el abogado que contrató en su día “mostró desinterés muy pronto”, viendo el rumbo que tomaba la investigación. “Estudió el caso de forma muy superficial”, critica. “Me dicen que contrate un detective privado”, se desespera. “No tengo dinero para gastarme sin tener unas pruebas fiables”.
Telefonía móvil
[–>
La investigación solicitó también autorización judicial para conocer los datos de ubicación de varios móviles y así averiguar si los principales sospechosos se encontraban en el lugar del crimen la noche del asesinato de Lorenzo.
En las primeras horas tras el crimen se acotó una amplia zona que fue “minuciosamente rastreada” y en la que “no se encontró ninguna otra evidencia” que el billete de diez euros, motivo de la disputa y presuntamente manipulado por el asesino.
Según el auto de la jueza, “la no existencia de testigos que puedan reconocer al responsable de estos hechos, y considerando que no existe relación entre víctima y autor, ha acrecentado la dificultad de la investigación“.
Preguntas sin respuesta
[–>
El pasado año, la Policía difundió las fotografías de un machete y de una máscara roja, objetos parecidos a los que el homicida pudo usar la noche del asesinato, con la intención de que la colaboración ciudadana pudiera ayudarles.
Desde la muerte de Lorenzo, se han rastreado tiendas de máscaras y negocios donde venden machetes. También se han visionado grabaciones de cámaras de seguridad y se han usado cámaras ocultas durante meses. Sin resultados.
Además, según ha podido saber este medio, la policía ha llevado a cabo una vigilancia especial en la zona cada noche del 31 de octubre los años siguientes al asesinato, intendo reconstruir el escenario del crimen.
“Sigo pensando al 100% que el criminal vivía en nuestro barrio. No me atrevo a acusar a nadie porque no hay pruebas”, señala cauto Constantine. “Ningún juez va a asumir esa responsabilidad mientras no haya nadie que se entregue y confiese el asesinato”, se resigna.
Los interrogantes siguen presentes. Familia y amigos de Lorenzo solicitan “una nueva investigación en el lugar del crimen”, así como la creación de un “retrato robot del agresor”.
El padre ha enviado a este medio una lista de preguntas sin contestar que señalan, por ejemplo, la inexistencia de “un certificado médico legal” que pueda determinar si Lorenzo presentaba “otras lesiones en el cuerpo”, más allá del corte en el cuello que causó su muerte.
Busca desesperado cualquier indicio o detalle que pueda acercarles a conocer la identidad del asesino. “No puedo olvidarme de mi hijo. Entro en casa todos los días y no está. Soy como un muerto andante desde hace tres años”.
[–>
“Sigo poniendo anuncios, investigo por mi cuenta. El día 31 la familia y amigos volveremos a reunirnos en señal de protesta”, anuncia Constantine. “Lorenzo era una persona maravillosa”.