¿Cómo valora ser miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España?
-Para mí es un honor heredar la medalla que custodió anteriormente la profesora Margarita Salas, ya fallecida, y porque esta academia es de las más antiguas que hay, junto con la Real Academia Española (RAE). Era académico correspondiente de esta institución desde 2019 y en 2021 me pasé a académico numerario y, a partir de ahí, disponemos de un tiempo para leer el discurso de toma de posesión. Tuve a Miguel Delibes de Castro como encargado de contestar a mi discurso, todo un privilegio. Instituciones como esta son muy importantes en una democracia porque garantizan independencia, ya que si se da una opinión no va a ser sesgada, sino que estará basada en hechos y evidencia. Eso ha sido así desde el tiempo de Jovellanos, de Ramón y Cajal, Echegaray o de la propia Margarita Salas. Custodiar su medalla conlleva para mi continuar su senda defensora de la ciencia y del papel de las mujeres científicas.
-Se celebra ahora el 50 aniversario de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Córdoba. ¿Estudió en esta facultad?
-Sí y la UCO es mi alma mater; agradecí en mi discurso de ingreso en la citada academia la formación que recibí en este centro, como naturalista y como biólogo, y los grandes profesores que tuve.
-Los expertos apuntan a que el planeta Tierra está abocado a la sexta extinción. ¿Esto que significa y cuándo se produjo la quinta?
-En la historia de la Tierra ha habido grandes eventos de extinción en los que se perdió gran parte de la biodiversidad de la biosfera. La quinta extinción ocurrió hace 66 millones de años, en la crisis del Cretácico-Palógeno, con la extinción de los dinosaurios y entonces se perdieron hasta el 78% de las especies. En la actualidad, estamos alcanzando niveles de extinción similares, aunque no alcanzan aún tanta pérdida de biota. Una gran extinción ocurre durante un breve periodo de tiempo; en segundo lugar, acontece en gran parte del planeta, no es algo local, y, en tercer lugar, afecta a una muy alta proporción de la diversidad terrestre (plantas, vertebrados, invertebrados, en océanos, ecosistemas terrestres, etcétera). Respecto a los cinco eventos anteriores de extinción, el actual tiene una característica adicional: que está sucediendo, fundamentalmente, por la acción humana. Desde que los humanos dominamos la Tierra hemos alterado los ecosistemas terrestres, cada vez de forma más grave y con mayor alcance, sobre todo en los últimos 200 años, con el desarrollo industrial.
-¿No termina la población de ser consciente del grave deterioro del planeta?
-Uno de los planteamientos que se promueven para el cuidado del planeta es la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, causada, no solo por el tráfico de coches y la industria, sino por otros condicionantes, como son los plásticos. Gran parte de la contaminación por microplásticos deriva, por ejemplo, de la ropa que usamos, que contiene bastante plástico, de forma que cada vez que la lavamos los microplásticos acaban en el medio ambiente, hasta en el fondo del océano. Tenemos que poner un freno, cuidar y entender la naturaleza, no como un recurso usable e inagotable, sino como un bien Patrimonio de la Humanidad, como es la Mezquita-Catedral y nuestro casco histórico. Debemos plantear un cambio de paradigma en nuestra relación con la naturaleza, en nuestros hábitos de consumo, sin que suponga pérdida de la calidad de vida, ya que hay tecnología para avanzar en esa línea. Pero, a pesar de las advertencias desde los ámbitos científicos, las emisiones de gases de efecto invernadero no han parado de crecer, un 11,4% en las dos últimas décadas. Además de mejorar nuestros hábitos personales, se trata de que nuestros líderes y gobiernos se replanteen realmente las evidencias que ponemos sobre la mesa desde los ámbitos científicos, por ejemplo, que el incremento de la incidencia de pandemias, de patologías emergentes en animales, humanos y plantas va de la mano del deterioro de la naturaleza. Hemos dado pasos de gigante, pero tenemos mucho que avanzar.
-Tras la pandemia del covid-19, está habiendo otro tipo de situaciones crecientes, en forma de patologías emergentes, como el virus del Nilo, ¿cómo se pueden prevenir y combatir estos episodios?
-Dentro del concepto One Health (una sola salud), si revisamos la historia de las pandemias más recientes del último siglo, en todos los casos (VIH, virus del Nilo, zika, Nipah, ébola, SARS, MERS, covid-19…), están asociadas a alteraciones graves de los ecosistemas naturales, como deforestación, pérdida del hábitat, caza abusiva, sobrepesca, ganadería intensiva, etcétera. Por eso, hay que cuidar la naturaleza y no destruirla.
-¿Los efectos de la DANA en Valencia son reflejo de que la naturaleza se está rebelando?
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-El cambio climático genera eventos extremos con muy alto riesgo (sanitarios, veterinarios, del medio ambiente, agricultura, etcétera). Muchas voces evidencian las carencias que aún tenemos y lo poco que hemos avanzado respecto a experiencias pasadas. Por ejemplo, a los cordobeses el río Guadalquivir nos ha dado muchas lecciones de riadas. Basta visitar el santuario de la Fuensanta para ver sus huellas, como en 1963 cuando el río mantuvo un caudal de 5.400 metros cúbicos por segundo o de las crecidas de 1996 y 1997 y de 2010 en la zona del aeropuerto. Llegan ahora riadas a Valencia o Málaga y lo que hemos aprendido de estos eventos extremos es que aún tenemos muchas carencias frente a los riesgos de las DANAS por cambio climático, debidas a alteraciones a escala planetaria. Sin embargo, el objetivo de emisiones cero de efecto invernadero para 2050 no se va a cumplir y fracasan los acuerdos de las cumbres mundiales del clima. Hemos de escuchar a hidrólogos, geólogos y expertos en prácticas de conservación activa, para aumentar el drenaje de suelos, evitar la pavimentación excesiva y regular la ocupación de zonas inundables. También diseñar sistemas de alerta temprana ante este tipo de eventos, formar a la población y, especialmente, que las cadenas de mando sepan tomar decisiones efectivas, que minimicen los riesgos y eviten pérdidas humanas. Por otro lado, hemos de revisar las infraestructuras de transporte no preparadas para el drenaje natural y recordar que el cielo no lo podemos controlar, pero el suelo sí, a la vez que no olvidar que, paradójicamente, seguimos en sequía, por lo que hemos de revisar y modernizar las formas de cultivo, entre otras medidas. Esperemos entrar en años de hidrología favorable, que permitan revertir el estado de los ecosistemas, como el de Doñana o las Tablas de Daimiel, por citar solo algunos de los espacios naturales protegidos afectados por la sequía.
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