Al final de la calle Benidoleig, ya casi mirando a Sociópolis, está la alcaldía pedánea de La Torre, que alberga también el consultorio, el centro de mayores, la Universidad Popular y otros servicios municipales del Ayuntamiento de València. Desde hace una semana, además, es la sede de la oficina especial para afectados por la Dana y, en consecuencia, el lugar donde se toma minuto a minuto el pulso de la población, que doce días después de la catástrofe intenta salir del caos y seguir adelante.
Cuentan los funcionarios de esta oficina que la gente lo que más necesita es recuperar lo que han perdido, empezando por quienes se han quedado sin casa y necesitan una nevera, un colchón o algo para cocinar y seguir viviendo. La ayuda de 6.000 euros es su objetivo prioritario en este sentido.
Un pueblo en recuperación
Basta con recorrer el pueblo para comprobar el desastre de muchos edificios, tiendas y negocios, espacios en los que no paran de trabajar vecinos y voluntarios sacando enseres y lodo. Se dice que cuando una calle queda limpia vuelve a estar sucia apenas unas horas después, porque la retirada de enseres o el achique de agua en los garajes es incesante.
Se dice que cuando una calle queda limpia vuelve a estar sucia apenas unas horas después, porque la retirada de enseres o el achique de agua en los garajes es incesante
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“Nosotros estamos aquí -explican Manuel y Carmen– porque mi madre de 94 años se ha quedado sin casa y esta hospitalizada. Y lo que pedimos es lo básico para poder vivir, una nevera, una lavadora, las camas, algo para cocinar…”. “No se puede comer de bocadillos todo el día”, dicen, como tampoco pueden vivir entre paredes llenas de humedad y moho. “Así no se puede estar”, añaden.
“Lo he perdido todo”
También José está en el mismo caso. Residente en un bajo, asegura que lo ha perdido todo y da gracias por estar vivo, porque «tuve que salir por la ventana y meterme en la casa de los vecinos». «Lo he perdido todo y necesito de todo, porque no me queda nada», dice, así que confía en que las ayudas lleguen pronto. «Aquí me han dicho que sí», comenta en referencia a la oficina municipal.
“Lo he perdido todo y necesito de todo, porque no me queda nada», dice José, así que confía en que las ayudas lleguen pronto”
En La Torre también ha habido cientos de coches arrastrados por el agua y sus dueños peregrinan por estas oficinas para tratar de saber dónde están o qué deben hacer para cobrar las ayudas o los seguros. Tanto es así que se ha creado una mesa especial para atender estos casos y es la más concurrida.
Coches y papeles
Y es que las calles de La Torre ya están casi limpias de coches que han sido llevados a depósitos y vertederos improvisados. La vía principal está despejada y solo en algunas calles secundarias quedan muestras de la devastación: coches y motos amontonados por la fuerza de la riada.
Una pareja de rumanos que lleva cuatro años viviendo en esta pedanía de València asegura haber perdido el vehículo y dentro se han ido también todos sus papeles. Así pues, ellos todo lo que han pedido es encontrar el coche para recuperar esa documentación. “Sin papeles no sé que hacer. Sin papeles aquí no somos nadie”, insisten.
Otro vecino, español en este caso, lo que quiere es ver su vehículo, porque “nadie sabe dónde está y unos me dicen que en Paiporta y otros que aquí. No sé…”.
Ayuda directa
El relato de todos estos casos se va alternando, entre tanto, con el tránsito incesante de personas que presentan todo tipo de necesidades, al margen de las ayudas. “Vengo porque me duele una muela”, comenta un hombre al que los agentes de policía que custodian el edificio le piden que se dirija a enfermería. “Yo necesito unos colchones”, dice otra mujer, a la que los funcionarios responden directamente ofreciéndole el último que quedaba allí hasta nueva reposición.
Y es que en esta oficina municipal también se atienden directamente muchas necesidades básicas. De hecho, la entrada es como un gran bazar donde hay agua, colchones, paquetes de víveres, etc, que conviven con el equipamiento habitual del edificio o, como ejemplo curioso, con el buzón de los Reyes Magos.
Se solicitan también máquinas para limpiar sus casas, para eliminar la humedad, el desagüe de garajes o la tramitación de tarjetas de discapacitados.
El corazón del pueblo
En definitiva, esta oficina municipal, que tiene sus respectivas réplicas en Castellar-L’Oliveral y Forn d’Alcedo, es el corazón del pueblo en este momento. Ya se cuentan por cientos las personas atendidas y muchas de ellas, como no podía ser de otra manera, necesitan de ayuda psicológica, que también se presta aquí.
“La gente necesita contar sus experiencias. Solo hablar del horror que vivieron ya es un alivio”, asegura Emilio, psicólogo, quien teme que esta catástrofe haga mella en la salud mental de los vecinos, lo mismo que ocurrió con la pandemia.
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“La gente ha vivido unos hechos traumáticos y eso deja secuelas en la salud mental. Mucha gente ha perdido el hogar, con lo que eso significa, y ha perdido a seres queridos. El duelo será largo y habrá que ir poco a poco”, explica.