Javier Milei se ha mirado al espejo y encontró por primera vez en su vida la marca del paso del tiempo en su melena desaliñada, que muchos argentinos confundieron con una peluca grotesca cuando irrumpió en 2016 en las tertulias televisivas. El anarco capitalista advirtió a los 54 años sus primeras canas y lo ha atribuido al frenesí de una gestión presidencial que el 10 de diciembre cumple sus primeros 12 meses. En apenas pocos años pasó de ser una extravagancia mediática a un fenómeno que desconcertó a propios y extraños. Milei es producto del descalabro en las emociones que había provocado la pandemia y de una construcción política apuntalada en las redes sociales. Su ascenso no habría sido posible sin la enorme frustración de la sociedad respecto de la dirigencia tradicional.

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