Javier Milei se ha mirado al espejo y encontró por primera vez en su vida la marca del paso del tiempo en su melena desaliñada, que muchos argentinos confundieron con una peluca grotesca cuando irrumpió en 2016 en las tertulias televisivas. El anarco capitalista advirtió a los 54 años sus primeras canas y lo ha atribuido al frenesí de una gestión presidencial que el 10 de diciembre cumple sus primeros 12 meses. En apenas pocos años pasó de ser una extravagancia mediática a un fenómeno que desconcertó a propios y extraños. Milei es producto del descalabro en las emociones que había provocado la pandemia y de una construcción política apuntalada en las redes sociales. Su ascenso no habría sido posible sin la enorme frustración de la sociedad respecto de la dirigencia tradicional.
Ganó el segundo turno con contundencia y asumió el domingo soleado como promotor de un laboratorio político social. Su primer discurso lo dio de espaldas al Congreso por considerarlo el nido de la “casta política” que, dijo, venía a pulverizar por ser “corrupto”. Muchos pensaron que no duraría un trimestre en el poder debido al ajuste draconiano y la devaluación del 118% de la moneda nacional, el peso. Después predijeron su agonía para mediados de año como consecuencia de la recesión. Milei atravesó las tormentas, avanzó en el nuevo diseño institucional y económico con leyes de un enorme calado privatizador y neoliberal. Controla el malestar ciudadano en las calles. Ocupa el centro de la escena junto con su hermana Karina, una exrepostera que se ha convertido en la mujer más poderosa del país a pesar de las notables dificultades para articular conceptos en público.
Con apenas 30 diputados y un puñado de senadores se ha adueñado del Congreso. El poder presidencial se habría licuado sin la inestimable ayuda de representantes de la “casta” que tanto dice abominar y salvaron del naufragio sus decretos fundamentales. Uno de ellos, el senador Edgardo Kueider, acaba de ser arrestado en Paraguayy donde entró sin avisar con 200.000 dólares escondidos. La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner aseguró que era parte del dinero que recibió para desobedecer al peronismo y votar favorablemente las leyes propuestas por el Gobierno.
Promesas y cifras
Amigos y enemigos reconocen en Milei que trata de cumplir aquello que había prometido durante su campaña electoral: apertura de la economía, una destrucción del Estado, simbolizada en la “motosierra”, la reducción a cualquier precio del déficit fiscal y un control de la escalada inflacionaria, sin medir sus costos sociales. Fueron cesanteados unos 38.000 empleados públicos. El sector privado ha perdido 130.000 puestos de trabajo por el cierre de empresas.
Milei había augurado la dolarización de la economía. Se ha quedado por ahora a mitad de camino: la divisa norteamericana se ha abaratado a niveles de la década del noventa del siglo pasado, cuando existía una paridad artificial entre el peso y el dólar que tras casi una década se derrumbó por falta de financiamiento. Argentina es más cara que muchos países europeos y por eso aterrizan en Buenos Aires un 30% menos de turistas extranjeros. En cambio, los viajes al exterior se incrementaron un 42,8%. Parte de la clase media y los más pudientes se sienten felices por esos beneficios. Los especialistas predicen que este país ha vuelto a pisar la misma piedra del dólar barato por tercera vez, algo que había ocurrido durante la última dictadura y la presidencia de Carlos Menem (1989-99). Por el momentono se atreven a augurar el momento del derrumbe de un esquema que favorece la especulación financiera.
La economía caerá este año cuatro puntos. La pobreza azota al 50% de la población. Subió casi 10 puntos desde que gobierna la ultraderecha. La indigencia es del 12,3%. Un tercio de los niños se van a dormir sin cenar. El consumo se ha derrumbado y se necesitarán al menos dos años para retornar a los niveles de 2022. El salario se redujo un 28,4% en términos reales y es alrededor de la mitad si se lo compara con 2015, según el último informe del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA). Bajo otro Gobierno, y por razones menos lacerantes, Argentina explotó. La mecha no se ha encendido y esa aceptación colectiva de las circunstancias penosas es uno de los enigmas que los analistas y encuestadores no atinan a descifrar. De hecho los sondeos le sonríen a Milei, quien tiene la aprobación de un 52% de los ciudadanos, en buena parte debido a la realización de un pilar de su programa: diciembre de 2023 había concluido con un aumento del costo de la vida de 25%. Once meses más tarde es menor a los tres puntos. El primer año de gestión concluirá con una inflación de 120%, aproximadamente. Para las autoridades, se trata de un triunfo a mediano plazo si se ve la tendencia decreciente.
Procacidad e intolerancia
Milei odia sin miramientos a la prensa, la cultura, las universidades y la ciencia. Es procaz al hablar. No oculta su homofobia. Desprecia a las mujeres, las cuestiones de género, los ambientalistas y, en particular a la izquierda. Todos son “zurdos” delante de sus ojos, a pesar de sus credenciales moderadas. Ninguno de esos motivos impacta por estos días en la ponderación de su figura. El anticomunismo visceral no le ha impedido a La Libertad Avanza, el partido de Gobierno, invocar en vísperas del primer aniversario nada menos que a Vladimir Ilich Lenin. “Sin teoría revolucionaria, tampoco puede haber movimiento revolucionario”. La “revolución” tiene ahora el signo de la ultraderecha.
En pocos meses, el extertuliano se ha devorado a la derecha tradicional que encarna el magnate Mauricio Macri, quien creía que él sería el domador del “león”. Gobierna con su hermana y un enigmático asesor treintañero, Santiago Caputo, dueño de una astucia y capacidad de disciplinar a legisladores y empresarios que comenzaron a temerle. Juntos conforman una suerte de triángulo de hierro. Milei no tiene una oposición fuerte delante de él: el peronismo se ha fragmentado, lo mismo que la dirigencia sindical, que no quiere desafiar a un presidente bendecido en las encuestas.
Personaje internacional
Uno de los rasgos más sorprendentes del primer año de la era Milei es su impacto más allá de las fronteras argentinas. En cada tribuna ha dejado su marca: primero en Davos, frente a los grandes señores de la economía global, luego en los foros ultraconservadores, que le han valido roces diplomáticos con España y Brasil. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca lo incita a redoblar su protagonismo internacional. Quiere ser el gran interlocutor en la región del multimillonario y Elon Musk.
A Milei le importa ser mirado y que hablén de él, aunque los textos no lo favorezcan, como cuando ocurrió al ocupar la portada de la revista ´Time`. Acaba de volver a suceder con ´The New Yorker`. La semblanza escrita por John Lee Anderson, el biógrafo de Ernesto Che Guevara es en algunos tramos impactante. Lo presenta como un “economista libertario dado a provocaciones escandalosas”, alguien que es “rimbombante y errático” y asegura comunicarse telepáticamente con su perro muerto. El título del artículo es elocuente “The other MAGA president”, en alusión al acrónimo trumpista Make América Great Again. Anderson ve en Milei una nueva encarnación de Alex, sociópata que protagoniza ´La Naranja Mecánica`, la novela Anthony Burgess que Stanley Kubrick llevó al cine a finales de los años sesenta. Cuando lo entrevistó, su estilista, la diputada terraplanista Lilia Lemoine, acomodaba una y otra vez el cabello. “Ella quiere que sea una mezcla entre Elvis Presley y Wolverine”.
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Lo que más le llamó la atención a Anderson es el desinterés por los grandes perdedores de su gestión. “Ni una sola vez expresó simpatía por los pensionados, ni siquiera los reconoció como personas”. Las pensiones se han deteriorado porque el equilibrio fiscal se sostiene en sus podas. Los abuelos y abuelas salen la calle a pedir resarcimientos y reciben bastonazos de parte de la Policía. Un anciano intentó prenderse fuego en una sede de la mutual de pensionados en la provincia de Córdoba en señal de protesta. Se roció con kerosene , perolo detuvieron antes de encender un fósforo. Dijo que tiene cáncer y no puede pagar los medicamentos que perdieron la histórica gratuidad. Una y otra vez aseguró a los gritos que no estaba loco. Justamente ese es el apodo que se ha ganado el presidente que nadie esperaba y ahora aspira a quedarse en el poder por muchos años.