En el París Saint-Germain, la relación entre Luis Enrique y Ousmane Dembélé ha sido un tema recurrente en las últimas semanas. Lo que comenzó como un vínculo aparentemente sólido, con altas expectativas para ambos, se vio ensombrecido por tensiones que pusieron a prueba la cohesión del equipo. Sin embargo, la reciente victoria contra el Lyon (3-1) parece haber abierto la puerta a una reconciliación que puede resultar crucial para el futuro del club.
El conflicto se intensificó tras la expulsión de Dembélé en el partido contra el Bayern de Múnich, un error que Luis Enrique no dudó en criticar públicamente como “grave”. En respuesta, el jugador fue relegado al banquillo en los siguientes partidos contra Nantes y Auxerre, lo que generó especulaciones sobre una posible sanción. Mientras tanto, en los entrenamientos, el técnico español mantenía una actitud cercana con el jugador, pero sus decisiones tácticas hablaban por sí mismas, marcando una distancia que evidenciaba la tensión. Dembélé, por su parte, no logró responder en el campo. Sus actuaciones discretas en esos partidos acentuaron la idea de un desencuentro que podría perjudicar tanto al equipo como a la relación entre ambos.
Vuelta al once titular
El partido contra el Lyon cambió el panorama. Luis Enrique devolvió a Dembélé al once titular y le permitió jugar en una posición central, más acorde a sus características. La respuesta del jugador fue inmediata: abrió el marcador en el minuto 8 y mostró una actitud más proactiva, generando peligro y contribuyendo al juego colectivo. Aunque su rendimiento fue irregular, su influencia en el resultado fue innegable. Este gesto del entrenador fue interpretado como una señal de confianza, mientras que Dembélé aprovechó la oportunidad para reivindicarse en un momento clave de la temporada.
Después del encuentro, tanto el entrenador como el jugador se expresaron de forma conciliadora. Luis Enrique dejó clara su postura: «No soy su padre ni su hermano. Tomo las decisiones que considero mejores para el equipo”. Por su parte, Dembélé coincidió: “Intentamos que el PSG crezca y gane títulos. Nuestra relación es profesional, y eso es lo que importa” Más tarde, Luis Enrique reafirmó su apoyo, subrayando: “Siempre he defendido a Dembélé como jugador y como persona. Ahora quiero que dé su mejor versión“. Estas declaraciones reflejan un compromiso mutuo para dejar atrás los conflictos y centrarse en los intereses del equipo.
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Se calman las aguas en París
Mientras el técnico busca encajar a Dembélé en su estructura táctica, el jugador debe adaptarse a un rol que equilibre su talento individual con las necesidades colectivas del equipo. Este entendimiento es crucial para el PSG, que necesita cohesión en un vestuario cargado de estrellas. La reconciliación entre ambos no solo beneficia al club, sino también al propio Dembélé, cuya influencia en el equipo puede ser decisiva en los momentos clave de la temporada. Aunque su relación pueda no ser perfecta, Luis Enrique y Dembélé parecen haber encontrado un terreno común basado en el respeto y la profesionalidad. Este acercamiento llega en un momento crítico para el PSG, que busca consolidarse como un contendiente serio en todas las competiciones.