En uno de los últimos discursos del expresidente libanés Michel Aoun, el mandatario celebró la demarcación de las fronteras marítimas entre el Líbano y el estado vecino enemigo, Israel. El país de los cedros “tiene el derecho de considerar este acuerdo como un logro histórico”, dijo entonces, hace dos octubres, porque “el Líbano no ha concedido ni un kilómetro a Israel”. Ni el mismísimo Aoun, dos años después de su ausencia, se hubiera imaginado que esas mismas aguas que protegieron ahora estarían infestadas de buques de guerra israelíes. Hoy esos barcos disparan artillería contra el sur del Líbano. Mientras, los aviones bombardean todo el país, y los soldados pisan y ocupan tierra libanesa sin que nadie les detenga. Dos años sin presidente ni gobierno han dejado al Estado libanés perdido en combate.

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