Ahora sí. Se acabó. Ya no podemos exigirle más. Rafa Nadal se ha exprimido al máximo y con la derrota en la Copa Davis de España se despide definitivamente del tenis profesional. Sin duda dejará un hueco en el corazón de todos los aficionados. En el nuestro también. Nadal cierra una de las carreras más intensas, prolíficas y determinantes de la historia de este maravilloso deporte. Su legado no tiene parangón en el tenis español e incluso me atrevería a decir que, en el tenis mundial, por mucho que Novak Djokovic tenga más Grand Slams que Rafa, por mucho que Roger Federer tuviera un estilo elegante e inigualable en comparación con el tenis físico y potente de Nadal.
Y es que la figura del tenista nacido en Manacor hace 38 años va mucho más allá del tenis dentro de la pista. Su carácter, su humildad, su saber estar, son aspectos que se han valorado desde todos los ámbitos del deporte, de la sociedad y de un mundo que le reconoce los méritos en cualquiera de sus rincones.
Ganar 14 Roland Garros es algo tan excepcional que ni en sus mejores sueños había podido imaginar. Y lo hizo sin ruido, sin chulería, sin arrogancia, con trabajo, sacrificio, constancia y superando en muchas etapas de su vida lesiones y dolores crónicos. Unos dolores que, pese a que le impedían dormir por la noche, no eran óbice para derribar uno tras otro a sus rivales hasta levantar esta Copa de los Mosqueteros que llevará para siempre su nombre a lo largo de la historia. Y todo ello decorado con otros ocho Grand Slams para un total de 92 títulos. Nada mal.
Rafa puede marcharse tranquilo, sabedor de que nunca ha dado una bola por perdida, orgullosos de lo conseguido y admirado por miles de aficionados que van a echar de menos a este fenómeno y que se agarrarán a partir de hoy a un chaval de El Palmar de 21 años de nombre Carlos Alcaraz que, si bien nunca podrá borrar la huella de Rafa, sí que ilusionará de nuevo estos corazones que hoy, están un poco más tristes.
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Seguro que seguirá dando noticias y el tenis será siempre parte de su vida con la academia. Pero ahora toca descansar, disfrutar de este precioso hijo que ya le ha visto competir en una pista, y repasar de vez en cuando una vida de un hombre que, como él mismo asegura, ha sido un privilegiado.