Las mujeres están expuestas a sufrir violencia solo por ser mujeres. Lo están en el mundo físico, pero también en el digital. Porque el daño puede manifestarse de muchas formas y en muchos espacios diferentes, como en el cuerpo y en la mente, pero también en lo social, sexual o económico. Cuando a esa violencia machista se une el componente LGTBIfóbico, el riesgo es todavía mayor.

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