Con cerca de 170.000 pacientes tratados y curados desde 2015, España lidera a nivel mundial la lucha contra la hepatitis C. La paradoja está en que, una década después de la llegada de los antivirales (ADD) que curan la enfermedad, se producen semanalmente en nuestro país cuatro muertes imputables a causas relacionadas con la infección que son evitables: hay un tratamiento que la cura prácticamente en el 100% de los casos y que, si se administra de forma precoz, puede evitar el daño que la infección causa en el hígado a lo largo de los años. En España, quedan 20.000 personas que desconocen que tienen la infección.
Lo explica este lunes el doctor Javier García-Samaniego, coordinador de la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España (AEHVE) y Jefe de la Sección de Hepatología del Hospital Universitario La Paz (HULP) de Madrid. La clave de estos datos está en el diagnóstico tardío, que se produce en un tercio de los casos y que es el que hace que el daño que ya existe en el hígado no sea, en muchos casos, reversible, a pesar de la curación de la infección.
Los casos que quedan por quedan por diagnosticar, tratar y curar y son los de personas que contrajeron la infección hace dos décadas
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Con una prevalencia de infección activa en la población general que el Ministerio de Sanidad situaba en el 0,22% en el año 2018, y que la AEHVE estima que estará actualmente en torno al 0,1%, los casos que quedan por diagnosticar, tratar y curar y son, en población general, los de personas que contrajeron la infección hace dos décadas y no saben que la tienen o no fueron tratadas en su momento.
Último esfuerzo
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Para alcanzar la curación de la infección en estos pacientes, remarcan los médicos, es necesario “un último esfuerzo de información y sensibilización en torno a la hepatitis C” y de detección de la infección no diagnosticada, ofreciendo y realizando la prueba de diagnóstico (un sencillo test de sangre) a toda la población, sin un test previo de anticuerpos frente al VHC, nacida entre 1945 y 1975.
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS), explica el experto, va más allá en su última actualización de las estrategias globales necesarias para acelerar la eliminación de la hepatitis C en el mundo, recomendando el cribado para la población general en esas edades.
Cáncer de hígado
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“Cada persona con un diagnóstico tardío (los síntomas son inespecíficos y la enfermedad puede tardar hasta 20 años en manifestarse) generará una gran carga de enfermedad -cirrosis y cáncer de hígado, entre otros- para el sistema sanitario”, explica la doctora Marta Casado, presidenta de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), para quien “la incorporación de la IA y de estrategias diagnósticas como la agrupación de muestras o pooling, como está haciendo Galicia con excelentes resultados, permitiría hacer un cribado por edad en la población general completamente asumible”. Se estima que en nuestro país quedan aún 20.000 personas con hepatitis C que desconocen que tienen la infección.
Pero la localización de los casos no diagnosticados o perdidos en la población general no es el único reto. “El desafío más difícil”, según la médico, es realizar una búsqueda activa de casos entre los colectivos más vulnerables, personas alejadas de los circuitos asistenciales habituales y a las que solo es posible llegar con recursos descentralizados y estrategias alternativas. “En ese camino estamos los especialistas desde una década, con el apoyo de las ONG y de las entidades locales, más cercanas a estas poblaciones”, añade.
Los antivirales
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La hepatitis C, recuerdan los expertos, es un importante problema de salud pública por su incidencia, morbimortalidad y costes sanitarios. Hasta la aparición de los tratamientos antivirales de acción directa, era la primera causa enfermedad hepática terminal y cáncer de hígado en los países occidentales, así como la primera indicación de trasplante hepático.
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Las causas de infección más comunes son las prácticas de inyección poco seguras, la esterilización inapropiada del equipo médico y la transfusión de sangre y hemoderivados antes de 1990. Aunque es menos frecuente, el virus de la hepatitis C se puede transmitir por vía sexual- se vincula a prácticas como el ‘chemsex’– y pasar de la madre infectada al hijo.