Las calles de Paiporta (Valencia) son un barrizal y un desguace de coches improvisado. Las vías están llenas de trozos de caña, objetos tan aleatorios como un cabezal de cama, cascos de moto e incluso butacas y mesas. Todo lo que queda y que arrastró el torrente de agua que desbordó el barranco del Poyo en Paiporta y ha dejado ya, según los últimos números, 62 personas fallecidas solo en este municipio. Más de cien en la provincia de Valencia.
Así lo confirmó la alcaldesa de Paiporta, Maribel Albalat, en declaraciones a TVE durante la mañana, cuando todavía seguían las tareas de levantamiento de cadáveres en este municipio que duplicó la cifra inicial.
Esta mañana, de hecho, se seguía con las labores de exploración y no se descarta la aparición de más cadáveres. La alcaldesa pidió “paciencia” a los vecinos y vecinas de Paiporta, y les mandó ánimos. “No tenemos medios de comunicar con la población. Pido a los paiportinos que tengan paciencia, que les va a llegar el agua, y que esto lo vamos a sacar entre todos. Lamento muchísimo lo que ha pasado, pero tenemos que estar unidos para sacarlo adelante”, concluía la mandataria.
“¿Sabéis donde hay agua?”
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Las calles estaban llenas de gente pero el silencio era la tónica general. Se oían sirenas a un minuto y al siguiente y la falta de agua era la principal preocupación de la ciudadanía de Paiporta. La entrada desde el polígono era un constante paseo de familias con garrafas de agua vacías que algunos pudieron rellenar en un pozo de una nave industrial que abrió el dueño.
“Aquí hay agua potable, podéis rellenar las garrafas”, avisaban algunos vecinos. Otra empresa cercana también tenía y los vecinos avisaban a los viandantes, que preguntaban aquí y allá, ‘¿sabéis donde hay agua?’. Muchos ciudadanos fueron a pie hasta València para comprar comida y provisiones y la rotonda de entrada al polígono era también un punto donde los coches dejaban bolsas con alimento y agua.
Poco después de las doce del medio día, distintos cuerpos y fuerzas de seguridad habilitaron un punto junto al auditorio local para repartir botellas de agua potable. Una por persona. “Nos da para salir del paso pero esto es insostenible”, señalaban Manuel y Pilar. “Sobrevivimos como podemos”, decían. “Hemos estado llenando garrafas del agua acumulada en los garajes para el baño y para limpiar los portales”, decían otros vecinos. La necesidad de agua para uso doméstico hizo que los bomberos habilitaran, también, una zona con una manguera que rellenaba jarrafas enteras para poder utilizar en casa.
Un ‘tsunami’ que ha arrasado con todo
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La zona del barranco es una de las más devastadoras. La estampa es la de un tsunami que ha arrasado con todo. Coches dentro del barranco y muros cedidos daban una idea de todo lo que había llegado a pasar allí. Plantas bajas totalmente destrozadas y familias enteras sin casas, sin coches o habiendo perdido hasta el trabajo, pues muchos comercios han quedado totalmente destrozados. Varios trabajadores de una panadería lanzaban a la papelera las últimas barras de pan de antes de la tragedia totalmente empapados.
En una carnicería cercana, sacaban todavía agua del interior. Costará recuperarse, decían unos y otros. “Que no se olviden de nosotros, que lo hemos perdido todo”, lamentaba una mujer que regenta un comercio. Los perfiles de afectados que caminaban por la mañana por una Paiporta totalmente asediada iban desde familias achicando agua y sobre todo fango sin parar, a vecinos y vecinas con la mirada perdida y a llantos y desesperación tras conocer los peores presagios. Algunos sobrellevaban la catástrofe con humor, “ahora sí que tendrás trabajo, eh”, le decía una mujer a un persianero.
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Sonia y Guillermo todavía recuerdan como tuvieron que abrir de inmediato las puertas del portal de su edificio para socorrer a camioneros de Tarragona o Zaragoza que tuvieron que salir corriendo de sus vehículos ante el avance veloz de las olas del barranco. “Poco a poco, pero cada uno llega el shock como puede. Nos costará recomponernos”, señalan.