En las últimas décadas, las relaciones sentimentales han cambiado drásticamente, ampliando las formas de amar y formar familias. La tradicional unión monógama ha dado paso a configuraciones más diversas, influenciadas por factores como la mayor esperanza de vida y la conciencia sobre la toxicidad en las relaciones. Sin embargo, este contexto también ha propiciado dinámicas complejas como el “toliamor”.
El “toliamor”, término acuñado por Dan Savage, describe relaciones donde las parejas toleran infidelidades sin discutirlas abiertamente. Según Savage, esto ocurre cuando alguien “hace la vista gorda” ante el engaño, evitando confrontaciones para preservar la relación. A diferencia del poliamor, estas parejas no establecen acuerdos explícitos, sino que operan bajo un pacto tácito.
Para muchas parejas, esta dinámica reduce el desgaste emocional que suelen generar los conflictos sobre la exclusividad. En lugar de considerar la infidelidad como una traición, el “toliamor” la ve como una realidad aceptable mientras no afecte la relación principal ni su estabilidad.
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En definitiva, el “toliamor” refleja cómo las dinámicas sentimentales están evolucionando para adaptarse a las realidades contemporáneas. Si bien no es una solución adecuada para todas las parejas, ofrece una alternativa para aquellas que priorizan la permanencia y el bienestar compartido sobre la exclusividad sexual. En un mundo donde las formas de amar se diversifican, el “toliamor” se suma a la amplia gama de posibilidades.