‘The night the zombies came’
Pixies
Pixies Recording-BMG
Rock
★★★
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Queda claro que Black Francis se ha empeñado en hacer de Pixies su vehículo estable de expresión, suspendiendo su carrera en solitario (en blanco desde 2011), y haciendo aquello que tal vez su enemiga íntima Kim Deal quería evitar: que la leyenda de la banda se rebajara a costa de ir ampliando tan honorable discografía con obras que difícilmente podrían competir con las del período imperial (1987-91). Ciertamente, Pixies ya cuentan con más álbumes publicados en su segunda vida (cinco) que en la primera (cuatro), y ninguno de ellos puede rivalizar ni siquiera lejanamente con ‘Surfer rosa’ (1988) o ‘Doolittle’ (1990).
Tampoco ‘The night the zombies came’, un trabajo que, no obstante, ofrece destellos del genio compositivo de Black Francis y serenas vueltas de tuerca del ‘modus operandi’ de la banda bostoniana, todo ello pasado por ese filtro de madurez ya perceptible en los discos de la última década. Dicho de otro modo, estos Pixies suenan menos excéntricos y revolucionados que en los viejos tiempos. Ahondan en el medio tiempo y dosifican su suministro de ‘electroshocks’, batidos guitarreros y estribillos imprevisibles. Con todo, buenas canciones las hay aquí, como la propia ‘Prim rose’, que abre el ‘tracklist’ con unos de esos ‘tempos’ pausados, un poco enrarecidos, con la distinguible marca ‘pixie’. La novedad es que la segunda voz, que dobla a Black Francis, la pone la nueva bajista, la británica Emma Richardson (exBand of Skulls), reclutada tras la marcha, el pasado marzo, de la argentina-estadounidense Paz Lenchantin.
Baladismo y punk
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Acompaña el cancionero cierta querencia por el cine de terror, visiblemente en el tema titular, tocado por un vago perfume gótico y ecos surf. Pero este no es un álbum ni temático ni lineal y, de hecho, resulta ser uno de los más variados del grupo. Tenemos el correoso ‘punch’ melódico de ‘You’re so impatient’ y el incisivo relato con rayos y truenos de ‘Johnny good man’; la invasiva ‘Motoroller’ y tenso diálogo atmosférico Francis-Emma de ‘Mercy me’, entre guitarras reverberadas.
Los números más ‘punkarras’, como ‘Oyster beds’ y ‘Ernest Evans’, son eficaces, aunque conectan más con ciertos álbumes en solitario del ‘alter ego’ Frank Black que con el alma de Pixies. Y en el tramo final se alza una de las perlas, ‘Kings of the prairie’, con guitarras acústicas galopantes, esbeltez y melancolía. Como ocurría en otros álbumes de su última era (caso del más que apañado ‘Doggerel’, 2022), no estamos ante un episodio trascendental en el catálogo de ese grupo que un día inspiró a Nirvana y a Radiohead, pero ‘The night the zombies came’ mantiene a flote a Pixies como una banda que se obstina en seguir mostrándose viva, y no como un artefacto de ‘revival’ para el circuito de festivales, aunque sea mostrando sus patas de gallo y algunos kilos de más. Jordi Bianciotto
Otros discos de la semana
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‘Elige tu propia aventura’
Carolina Durante
Sonido Muchacho
Rock indie
★★★★★
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Toda generación necesita un grupo como Carolina Durante. En su tercer elepé, los madrileños se alejan de la ligereza de Los Nikis y se acercan a la gravedad de Los Planetas para firmar una magnífica colección de canciones-himno sobre hacerse daño y sobre hacerse mayor. La sofisticación de los arreglos (deliciosamente barrocos en el tema titular) y la presencia no acreditada de Rosalía en ‘Normal’ elevan el tono y la ambición de un álbum llamado a acelerar corazones y reventar festivales. Rafael Tapounet
‘Lemons, limes and orchids’
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Pias
Pop-soul
★★★★
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Tras su entente polirrítmica con Tony Allen y Dave Okumu, la que fuera cómplice de figuras como Antony, Lou Reed o Rufus Wainwright retoma su rumbo más personal en un río de canciones con alma en el que se crece como tenue ‘soul woman’, arropada por un piano acogedor, trazos de electrónica cálida o una guitarra ‘frippertrónica’. Obra de tonos nocturnos, de un discreto y envolvente magnetismo, una de las más álgidas del catálogo de Joan Wasser. J. B.
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‘Kinesia’
Nicola Cruz
Nous’klaer
Techno/Experimental
★★★
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El ecuatoriano continúa explorando nuevos territorios con su electrónica experimental-pero-no-infumable marca de la casa. Esta vez lo hace armándose de texturas techno sintéticas y oscuras, con compases inusuales y voces en portugués que hacen de la escucha una experiencia introspectiva y hechizante. La particular misión de Cruz incorporando influencias de músicas tradicionales sudamericanas a su estilo tiene ahora parada en Brasil. Y lo que para uno es un viaje a sus orígenes, para el resto es… Bueno, otro tipo de viaje. Patricio Ortiz
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