Icono del cine de terror desde los tiempos del expresionismo alemán, Nosferatu no deja de ser una adaptación encubierta del ‘Drácula’ de Bram Stoker. Los productores de ‘Nosferatu’ (1922), practicantes del ocultismo, decidieron cambiar el nombre del vampiro –de Drácula paso a llamarse conde Orlok– y del título del filme para ahorrarse pagar el dinero por los derechos. La viuda del escritor, Florence Stoker, no cejó hasta que ganó el pleito y cobró lo que en justicia le tocaba. 

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