El derrumbe del techo de hormigón de la estación de ferrocarriles de Novi Sad, recientemente remodelada por empresas chinas, ha abierto otra herida en Serbia. El trágico suceso, ocurrido el 1 de noviembre y que se cobró la vida de 14 personas, ha impulsado una nueva ola de protestas en el país balcánico, donde la denuncia de la oposición serbia se ha unido a la indignación ciudadana.

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