Las escenas de mamíferos salvajes cazando a un gran herbívoro y luego destripándolo con sangre entre los dientes nos suelen trasladar a alguna jungla inexplorada de Asia o a la sabana africana. Sin embargo, desde hace décadas, Europa también es lugar para grandes carnívoros. Los últimos datos publicados por la Comisión Europea, que analizan los cambios desde 2016 hasta 2023, evidencian que estos animales han crecido en número y han colonizado una cantidad considerable de territorios nuevos.
¿Pero cómo se explica que estos depredadores se hayan recuperado, cuando durante los años 70 y los 80 quedaron casi reducidos a la mínima expresión y sufrían preocupantes declives? Hay factores naturales y humanos que han contribuido a ello.
“El abandono del campo facilitó que se recuperara mucha vegetación y mejoraran las poblaciones de ungulados silvestres como el ciervo, el corzo y el gamo en el caso de España”, explica el científico Juan Carlos Blanco, uno de los mayores especialistas en grandes carnívoros en Europa. “La presencia de estos herbívoros sumada a la restauración de algunos hábitats ha sido un escenario óptimo para especies como el lobo, el oso o el lince europeo“, prosigue Blanco.
“Las acciones de conservación y el abandono del campo han sido clave para facilitar la expansión”
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Pero a estas circunstancias, se suma una cuestión social importante: “La urbanización de la sociedad ha generado una especie de ansia para conservar la naturaleza y ya no nos parece razonable exterminar a los lobos porque causen daño a la ganadería”. Europa, a partir del Convenio de Berna, de 1979, empezó a proteger a varias especies de carnívoros y optó por compensar al sector primario para tratar de hacer viable la coexistencia. “Parecía complicado pero las acciones de conservación fueron un éxito”, destaca el experto.
Tensión política
Blanco está convencido de que la Europa de los grandes carnívoros no tiene marcha atrás, pese a que el continente esté muy poblado. “El proceso se ha desarrollado de forma muy natural y tiene sentido que, igual que han reaparecido los peldaños más bajos de la cadena trófica, ganen relevancia también las especies paraguas, las de la parte de arriba de la cadena”, sostiene. “No nos tiene que asustar en absoluto que estos animales a menudo vistos como peligrosos vivan cerca de nosotros”, considera.
No obstante, según opina Blanco, en los últimos años, el lobo se ha convertido en un símbolo de la lucha antiecologista. “En una sociedad próspera, los daños que causan los lobos son ínfimos, pero la derecha europea ha puesto el lobo en el centro del debate y hay mucho de percepción y movimiento político”, afirma.
Si la rebaja de la protección del lobo se refrenda y se acaba modificando la Directiva Hábitats, es posible que el aumento de los lobos sea más lento o que se estabilice. “Pero no recularemos respecto a la conservación de los carnívoros y es impensable que la sociedad europea exija la erradicación de los lobos y otros animales como el oso”, dice Blanco, que asegura que la presencia de estas especies se mantendrá en Europa.
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Cinco especies
Los últimos análisis de la Comisión Europea incluyen en el grupo de los grandes carnívoros a cinco animales: el lobo, el oso pardo, el lince europeo (no el ibérico), el glotón y el chacal dorado. Sobre este último, se podría debatir si se debe considerar gran carnívoro o mesodepredador, más bien como el zorro, pero la UE lo introduce en el listado porque su expansión es novedosa.
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Lobo
Los lobos han reconquistado terreno después de que fueran protegidos, pero no se ha organizado ninguna reintroducción en Europa para lograrlo. Este cánido, uno de los carnívoros que más problemas presenta por los ataques a los rebaños, ha aumentado un 35% y abarca un 35% más de superficie que en 2016. Se calcula que en el continente (sin contabilizar Rusia) viven unos 23.000 individuos. En Alemania se pasó de una pareja a 200 manadas en poco más de 10 años, mientras que en España, pese a estar específicamente protegido, la población se ha mantenido más estable. “A los lobos se les caza ilegalmente en todas partes”, subraya Blanco.
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Oso pardo
En el caso de los osos, en la Europa occidental, las poblaciones eran muy pequeñas a finales de los 80. Se organizaron planes de reintroducción como el de los Pirineos y se reforzaron otras poblaciones. Estos mamíferos, que no causan tantos problemas a la ganadería como los lobos, han crecido un 17% en siete años, pero su zona de colonización no ha cambiado demasiado.
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Lince europeo
El lince europeo o lince boreal es una especie diferente del lince ibérico. El lince ibérico no se considera un gran carnívoro porque su alimentación se basa principalmente en el conejo, aunque también puede capturar algún ungulado. Tanto el lince boreal como el ibérico, que llegó a estar en la UCI, han recuperado efectivos en las últimas décadas. En concreto, la especie euroasiática ha crecido un 12%. Aun así, no es una especie muy abundante y causa pocos daños a los ganaderos. Años atrás, se planteó la posibilidad de reintroducirlo en los Pirineos, pero el proyecto no avanzó.
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Glotón
El glotón, que parece una especie de mezcla entre el lobo y el oso, habita en los bosques escandinavos. En la zona de Laponia lo cazan para evitar ataques a los rebaños de renos, pero se considera un animal protegido. Ha crecido un 16% en los últimos años, pero ocupa territorios similares.
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Chacal dorado
El chacal dorado es un animal que solo se encontraba en el este de Europa pero que ha experimentado un crecimiento muy importante. Su área de distribución es un 46% mayor que en 2016 y ha llegado a aparecer en España. Varios expertos consideran que se establecerá de forma estable en nuevos países, puesto que, como el zorro, es un oportunista y no se puede calificar exactamente como un gran carnívoro. Es un animal que puede habitar en todo tipo de hábitats, como en zonas húmedas, espacios agroforestales y bosques.
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