Escribo esto justo cuando el árbitro pita la media parte del partido que están jugando el Real Madrid y el Getafe. No sé cómo acabará, si habrá alguna –otra– jugada polémica más, pero da completamente igual.
El relato del que tanto se habla últimamente está estrictamente controlado por los de siempre; lo vemos cuando hay jugadas polémicas, que la magnitud es completamente distinta si quien la sufre es un equipo u otro, también lo vemos en la ética y las consecuencias del comportamiento de los aficionados y sus insultos en los estadios; el comentario y el grito racista lo es más si quien lo recibe es uno vestido de blanco que uno vestido de otro color.
Se tachó de racistas a toda la afición valencianista por culpa de cuatro enfermos y se abrió los noticiarios con este tema durante días o, por ejemplo, también, cuando se cerró parte de la grada colchonera por lo mismo, en cambio, cuando el infractor es merengue y la víctima viste de blaugrana, la consecuencia y el foco mediático es proporcionalmente opuesto. Relato, puro relato.
Ocurre lo mismo con el reglamento; los penaltis se pitan dependiendo de a quien se le deba pitar, y curiosamente, siempre o casi siempre, el favorecido de esta doble vara de medir es el Real Madrid. Mientras los soldaditos a sueldo van contaminando cualquier éxito ajeno con la excusa monotemática de Negreira, la realidad en el campo es de estudio y sospechosa: al Madrid se le pitan penaltis inventados como el que acabamos de ver hace unos minutos, donde por un instante el reglamento marca que un supuesto agarroncito en un córner, de esos que hay cien por jornada, es penalti.
Y digo supuesto porqué es muy interpretable que el empujón sea empujón, porque lo que parece haber ocurrido es que es justamente el jugador del Real Madrid quien le coge del brazo y el que se deja caer con exageración sabedor que por mucho VAR que haya, el árbitro, a ellos, les pitará siempre lo que más les favorezca. Al tiempo que ellos vomitan día si día también el discurso fabricado de Negreira, en el resto del mundo, más allá de los ocho mil kilómetros cuadrados de la capital española, la gente se pone las manos a la cabeza viendo el favoritismo arbitral del que goza los merengues.
El famoso audio viral “Penalti a favor del Real Madrid” se utiliza en todo el planeta para cachondearse de la situación, y bien que sea así, lo mejor que se puede hacer es tomárselo con humor; la última vez que estuve en Francia, estando yo en el metro, un hombre se dio un golpe contra la puerta, a lo que un señor mayor que estaba esperando su parada sentado, gritó con acento francés: “Penalti a favor del Real Madrid”.
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Todos nos reímos. Pues eso, que partido tras partido, ya sea contra el Getafe, contra el Leipzig, Almería, Valencia, Atlético Madrid o quien sea, los árbitros, curiosamente, tienen siempre un error que favorece los intereses del Madrid. Así cualquiera compite por todo. Mientras siguen con su embuste de relato, los que nos miramos los partidos seguiremos escuchando hasta la eternidad la voz del comentarista repitiendo una y mil veces lo de “Penalti a favor del Real Madrid”. Muchos lo serán, muchos otros, como el de esta tarde, se lo sacarán de la chistera para complacer a los merengues. Santa paciencia.