A 11 kilómetros bajo la superficie del océano Pacífico se encuentra la Fosa de las Marianas, el punto más profundo del planeta y uno de los lugares más misteriosos del globo. Su inaccesibilidad es quizá lo que ha alimentado el mito durante tantas décadas.
La Fosa de las Marianas se encontró por casualidad. La Expedición Challenger, que zarpó en 1875, intentó medir la profundidad del Pacífico con un sondeo mediante algo tan simple como un lastre atado a una cuerda. El escandallo, que es como se conoce a esta plomada cónica, se escurrió rápidamente hacia lo más profundo de aquel lugar: 8.188 metros. Un tiempo después se supo que era mucho más profunda.
La fosa de las Marianas se llama así por la cercanía a las islas Marianas, bautizadas de este modo en honor a la reina de España Mariana de Austria (1634-1696), esposa de Felipe IV.
Cuando se descubrió la sima, la exploración marina estaba en pleno auge y la zona recordaba a las inhóspitas aguas que recorría el Capitán Nemo en sus aventuras en ‘20.000 leguas de viaje submarino’, publicado apenas seis años antes. Lo que soñó el escritor Julio Verne parecía hacerse realidad, pero la tecnología era entonces insuficiente para desvelar todos los secretos que encerraba dicho enclave.
Para cualquier animal, moverse a semejante profundidad y sobrevivir en ella implica soportar una presión mil veces superior a la que hay a nivel del mar. La oscuridad es total y la temperatura es de apenas unos pocos grados. Son muchos quienes lo han intentado, pero solo hay tres expediciones que han logrado llegar al fondo de las Fosa de las Marianas.
1. Cuatro expediciones tripuladas han llegado al fondo
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Nadie había podido ver qué escondían esas profundidades hasta el 23 de enero de 1960. Fue entonces cuando Jacques Piccard, acompañado del teniente de la Marina estadounidense Donald Wash, logró en alcanzar la máxima profundidad marina en un batiscafo –una pequeña embarcación sumergible– denominado Trieste, diseñado y construido por su padre, Auguste Piccard. El descenso duró cinco horas y los dos hombres estuvieron en el fondo oceánico cerca de veinte minutos antes de la subida, que se prolongó durante 3 horas y 15 minutos. Allí pudieron ver por primera vez el mítico calamar gigante Architeuthis, una variante desconocida de lenguado y varias especies nunca vistas antes, lo que demostraba la excepcionalidad de aquel ecosistema desconocido.
En 2012, el cineasta que dio vida al Titanic, James Cameron, decidió repetir la hazaña de Piccard. Cameron realizó una inmersión en solitario hasta el fondo del abismo Challenger en un submarino llamado Deepsea Challenger, y recogió datos y ejemplares desconocidos hasta entonces. Ocho horas tardó James Cameron en alcanzar los poco más de 10.900 metros de profundidad en la fosa de las Marianas. Un descenso que le llenó de orgullo tras muchos años de investigación y trabajo.
Las últimas expediciones tripuladas a la fosa datan de finales de 2019 y principios del 2021. En 2019 descendió el empresario estadounidense Víctor Vescovo a bordo del sumergible Limiting Factor. Y el 10 de noviembre de 2021, el submarino chino Fendouzhe descendió hasta los 10.909 metros de la fosa, tripulado por tres investigadores con la finalidad de obtener nuevas muestras e imágenes que permitan seguir descubriendo especies y cómo es este lugar del fondo marino.
2. Más metros que el Everest
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Este vergel de vida submarina se encuentra a una profundidad máxima de 10.929 metros en el extremo sur del pequeño valle existente en el lugar. No obstante, hay algunas mediciones que sitúan su profundidad hasta los 11.000 metros.
Sea como fuere, esta fosa es tan profunda que en altura superaría incluso a la montaña más alta del mundo: el Monte Everest. El Everest mide 8.848 metros de altura, con lo que si pudiera sumergirse por completo en este hoyo submarino, el pico de la montaña aún tendría unos 2.000 metros de agua por encima.
3. Generado por la subducción
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La fosa de las Marianas se formó a través de un fenómeno geológico denominado subducción. Esto ocurre cuando dos placas tectónicas chocan, y la más pesada se introduce bajo la otra. Como resultado produce una gran depresión en el suelo submarino. Hay varias formas de subducción. En el caso de la fosa de Las Marianas, al igual que la fosa de Japón y la de Puerto Rico, se produjo por la colisión de las dos placas de la litosfera oceánica. Cuando esto ocurre, suele producirse mucha actividad volcánica que forma islas en forma de arcos y, junto a ellas, se generan esas fosas submarinas.
Otro caso de subducción es el que ocurre cuando una placa continental y otra oceánica chocan. Normalmente es la oceánica la que se sitúa bajo la continental y el intenso vulcanismo da lugar a cordilleras. Ejemplo de ello es la cordillera de los Andes
4. Challenger, el punto más bajo
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El abismo de Challenger es la zona más profunda de la fosa de las Marianas. Su profundidad es de entre 10.902 y 10.929 metros. Fue nombrada así en honor al barco de la Marina Real Británica HMS Challenger, que participó en el descubrimiento de la fosa en 1875.La presión del abismo es aproximadamente 1.095 veces superior a la de la superficie. Este es el punto que más expediciones han tratado de alcanzar, pero lógicamente, también es uno de los menos explorados del mundo dada la dificultad técnica que entraña su descenso.
El segundo punto más profundo del océano es el llamado Sirena Deep, también en la fosa de las Marianas, a 200 kilómetros al este del primero, y tiene una profundidad de 10.809 metros.
5. Un reservorio de vida en condiciones extremas
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Las profundidades de las Marianas son un lugar donde la vida resulta muy dura debido a las condiciones que predominan: más de 1.000 atmósferas de presión ―cuando en la superficie es de una―, 4 grados de temperatura y una vida completamente a oscuras. A pesar de todo, existen animales y organismos adaptados a vivir en estas condiciones. El foso guarda un ecosistema único formado por plancton, peces luminiscentes e incluso calamares gigantes que parecen sacados de novelas fantásticas.
Las expediciones que han conseguido llegar a profundidades considerables se han encontrado con anguilas, organismos parecidos a las esponjas marinas y peces transparentes. Cuando Piccard descendió hasta las profundidades, resaltó que había aterrizado “en un bonito fondo de lodo lleno de diatomeas”.
Mucho más tarde, en 2011 se descubrió que el fondo del abismo alojaba xenofióforos. Son unos seres pueden parecer esponjas de mar, pero, en realidad, son microorganismos organizados en ‘pseudoestructuras’, es decir, formas con cierta organización que les hace parecer más complejos, pero que no dejan de ser seres unicelulares gigantes.
En septiembre del año 2018, en la fosa de Perú-Chile se encontraron los peces más profundos hallados hasta la fecha. Los animales tenían un tejido gelatinoso característico, poco consistente y que se ‘derretía’ cuando la presión y la temperatura difieren de la fosa. Uno de ellos es el pez caracol de las Marianas (Pseudoliparis swirei), descubierto a más de 8.000 metros bajo el nivel del mar. De aspecto pequeño y traslúcido, el pez caracol es capaz de soportar una presión equivalente al peso de 1.600 elefantes, según detallan los científicos.
6. Monumento nacional
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A día de hoy, la mayor parte de la fosa es una zona protegida de Estados Unidos, considerada parte del Monumento Nacional Marino de la Fosa de las Marianas. Un lugar, el del océano Pacífico, que acoge algunos de los fondos marinos más antiguos del mundo, en torno a los 180 millones de años. Una de las razones que explicarían la profundidad de este lugar.
7. La contaminación llega al fondo
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En 2019, los exploradores de la expedición Five Deeps, encabezados por el empresario y submarinista estadounidense Victor Vescovo, descendieron hasta el punto más hondo de la Fosa de las Marianas y comprobaron con asombro que incluso en tan remotas profundidades nadaban una bolsa de plástico y restos de envoltorios de caramelos.
“Ha sido decepcionante ver que hay contaminación de origen humano en el punto más profundo del planeta”, admitió Vescovo en declaraciones a la agencia Reuters, en las que advirtió que el mar es tratado como “una piscina gigante donde verter basura”.
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