Qué ganas tenía (y tiene) el barcelonismo de ver la mejor versión de Ansu Fati. Aquel adolescente imberbe que irrumpió en 2019, una época oscura, con una virulencia inusitada. El delantero de origen guineano, tras su rosario de lesiones en la rodilla, se marchó a Brighton, no terminó de encontrarse y regresó este pasado verano a casa.
Buscando la oportunidad de Hansi Flick. El germano recogió el guante, le preparó junto a su staff un plan específico para recuperar la chispa. Pero la hoja de ruta se vio truncada por una fascitis.
Volver a empezar. Una vez recuperado, el atacante busca desesperadamente recuperar el tono. Pero la sensación continúa siendo que no es capaz de adquirir esas revoluciones y ese ritmo que requiere el contexto cuando entra de refresco en un encuentro con las pulsaciones altísimas.
OPORTUNIDADES CARAS
Son unas cuantas ya las oportunidades que le ha dado el técnico de Heidelberg. Y en ocasiones ha parecido que sí, pero no termina de dar con esa constancia. De ahí que sus apariciones hasta ahora hayan sido fugaces e inconstantes, porque Flick no tiene por ahora la sensación de que Fati sea capaz de cambiar el guion de partidos u ofrecer algo distinto para ‘romper’ las defensas reales.
Anoche, en el Real Arena, dispuso el jugador formado en La Masia de 25 minutos. Con el partido roto, con el Barça lanzado buscando (con más corazón que cabeza) el empate. Un contexto que podía ser favorable para que apareciera un ‘chispazo’ del ’10’.
Pero sigue estando un par de marchas por debajo de lo que exige el encuentro. Sí hubo un par de destellos, de recortes esperanzadores, partiendo desde la izquierda. Pero se vio sobrepasado por el oficio y la intensidad de la defensa ‘txuri urdin’.
UN ‘HYPE’ QUE SE VA APAGANDO
Y los minutos están carísimos este curso, aunque ahora se abre de nuevo un abanico con la lesión de Lamine Yamal, que podría perderse los dos siguientes encuentros oficiales. Y la sensación es que el ‘hype’ del delantero se va poco a poco diluyendo entre la gente. No se respira demasiada fe.
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Y quizás lo peor es la sensación de que físicamente y a nivel mental no acaba de encontrarse. Mucha presión a sus espaldas portando ese dorsal mágico en el Barça y viniendo de donde viene. Nos alejaremos de ‘ultimátums’ y fatalismos. No es el último tren. Más que nada porque tiene todavía 20 años. Pero sí que el ‘poso’ está alejado