Cañada de Calatrava es un pequeño pueblo pegado al aeropuerto de Ciudad Real de apenas 104 habitantes, aunque en verano multiplica su población. Tiene un bar, pero los martes cierra, así que hoy la calle se ha convertido en el punto de encuentro para hablar del tema del día: la posibilidad de que el aeródromo, a apenas tres kilómetros de distancias y que solo se usa para algún que otro vuelo privado, rodajes y para reparar aviones, albergue un centro de acogida de inmigrantes.
“Pues nos hemos llevado un poco de susto, la verdad. Porque estamos aquí solos, no tenemos ni tienda ni nada, y ahora pasa esto…”, comenta una vecina de unos 65 años que prefiere no dar su nombre. “No sabemos nada, si es un bulo o yo que sé”, prosigue, “pero, si es verdad, lo tendrán que apañar bien porque apenas hay una nave. Eso no tiene capacidad. Si lo hacen bien, bien estará ¿no? Porque son personas, no son objetos”.
La hierba se come los arcenes
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Cada pocos minutos, en Calatrava se escucha el zumbido del AVE Madrid-Andalucía pasar por la línea de alta velocidad que discurre pegada al pueblo, para la que cuando se construyó el aeropuerto, que empezó a funcionar en 2008, se hizo incluso una pasarela desde el aeródromo para conectar con el tren. Ahora los hierros lucen desvencijados, abandonados. En las carreteras de acceso al aeródromo la hierba y los matojos han ido poblando los arcenes.
No se ve un alma, pareciera un escenario de ‘Walking Dead’. Las barreras del parking llevan años levantadas -el aeródromo dejó de funcionar en 2011-, y no hay nadie en la garita de seguridad exterior. “No sabemos nada, la verdad”, cuenta un vigilante ya en el interior de la terminal, en el que hay aparcados siete coches, la mayoría de trabajadores de Ciudad Real International Airport (CRIA), la propietaria del aeródromo.
Vigilancia de la Guardia Civil
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La compañía se hizo en 2018 con el aeropuerto, el primero de construcción privada de España y que pretendía ser un refuerzo al Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas, por 56,2 millones de euros después de la empresa gestora anterior entrara en concurso de acreedores. Dos de los coches del aparcamiento son de los guardias civiles que vigilan el espacio, uno de los cuales sale para pedir que si se graba o se hacen fotos sea a una distancia prudencial y sin sacar los dos aviones de Iberia que hay aparcados frente a la terminal.
Aunque desde el Ayuntamiento de Ciudad Real se había informado que ya habrían empezado obras de acondicionamiento para acoger el centro de acogida, en el aeropuerto lo negaban este martes. “No hay obras de ningún tipo”, decía tajante un trabajador de CRÍA. Lo que sí había por la tarde eran camiones y máquinas fresadoras paradas en una de las carreteras de acceso.
Desde el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, entretanto, confirmaban a Efe que estaban estudiando la posibilidad de que el aeródromo pudiera albergar un espacio de carácter temporal para aliviar puntos de acogida que empiezan a colapsarse en Canarias, Baleares y otros puntos de la costa levantina como Murcia, Almería o Alicante donde están llegando los inmigrantes en barcas y pateras. Fuentes del Ministerio razonaban que podría ser uno de los lugares para establecer el dispositivo de refuerzo teniendo en cuenta “su uso marginal”, pero aclaraban que estaban en estudio “cientos” de espacios.
“Un despropósito”
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Tanto desde el Ejecutivo autonómico de Castilla-La Mancha, liderado por el socialista Emiliano García-Page, que consideró “una barbaridad” que el Gobierno valore esta opción, que sería “casi un campo de refugiados”, como desde los ayuntamientos de Ciudad Real y Puertollano, se mostraron en contra del proyecto, que calificaron de “despropósito”.
“Haremos todo lo que esté en nuestro mano para que en una zona industrial no se ubique a seres humanos en barracones, convirtiéndose en un gueto. Es una política migratoria totalmente desnortada”, decía Francisco Cañizares, alcalde de Ciudad Real, del PP.
“A ver si se anima esto”
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En Cañada se muestran dividos al respecto. “Yo no tengo opinión, a ver qué se hace al final”, rezonga una mujer que no quiere parar a dar su valoración. “A ver, yo no veo ningún problema, pero debo ser la única en el pueblo. Ningún ser humano es ilegal”, dice tajante Pilar, que ha salido a la calle para darle unos papeles a su madre. “Yo lo veo bien, porque eso supondrá traer gente al pueblo. A ver si se anima esto”, cuenta Martín, jubilado de Leganés que pasa largas temporadas aquí porque es su pueblo. “Si ayuda a que haya gente…”, duda Miguel García, que pasea despacio ayudado por su cachava. “Aunque yo no sé si lo veré, voy a durar poco ya, que tengo 95 años”, suelta.
No es la opinión mayoritaria, desde luego. En Poblete, el pueblo más grande entre el aeropuerto y Ciudad Real (2.571 habitantes), algo así como una ciudad dormitorio de la capital de provincia, no lo tienen nada claro. “Nos la han metido por la puerta de atrás”, se queja Juan Manuel, que ronda los 60 años. “A mí ya me han dicho que han encargado una valla de tres metros a una empresa de la zona. Si saltan la de Melilla, como no van a saltar esa, y aquí tenemos una vida tranquila, no queremos que nos la perturben”.
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“A ver, ¿qué te voy a contar?, se pregunta otro vecino que ha aprovechado que ha dejado de llover para hacer un par de recados. “Por un lado, pobre gente, pero por otro es un riesgo, con toda la gente joven que tenemos… este es un problema que tienen que solucionar los políticos”.