Desde el pasado 5 de noviembre, Elon Musk no es solo el hombre más rico del mundo, ni el que le quitó el polvo a la carrera espacial, ni el que demostró que los coches eléctricos podían competir con los de combustión, ni el responsable de más de 2.000 millones de visitas a ‘fake news’ en la última campaña electoral de EEUU. Ese día, el de la rotunda victoria electoral de Donald Trump, se convirtió también en la mano derecha del que va a ser, cuando en enero se le invista, el dirigente político más poderoso del mundo. Y por la frenética actividad que está desarrollando en las últimas semanas, parece que Musk está dispuesto a explotar a fondo esa influencia.

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