La historia de la Ribera se escribe con barro. En algo más de cuatro décadas, son pocas las localidades que se han librado de alguna de las catástrofes climatológicas más devastadoras de la época reciente: la pantanada de Tous de 1982, la riada de 1987 y la DANA de esta semana. Hay quien, desafortunadamente, ha resultado damnificado por las tres a pesar de que confiaban en que no volverían a vivir nunca una situación así.
“Cuando empieza a llover, también comienza el miedo”, señala Rosario González, una vecina de Algemesí que a sus 66 años ha sobrevivido a estas tres grandes catástrofes meteorológicas que ha vivido la Comunitat Valenciana, y especialmente la Ribera, durante las últimas cuatro décadas. En el caso de la pantanada de Tous, las inundaciones se produjeron por el desbordamiento del Xúquer, mientras que en esta ocasión el río Magro ha sido el culpable. “Siempre tenemos el miedo en el cuerpo”, lamentaba la afectada.
En las tres ocasiones, Rosario vivía en la misma vivienda en Algemesí, aunque las afecciones fueron diferentes. “En octubre de 1982, el agua superó el metro y medio de altura. Ahora no ha entrado tanto en mi vivienda, ya que en otras sí, pero ha afectado a mucha más gente de Algemesí y a otras muchas más localidades”, detallaba. Reconocía que “en este caso, la situación ha sido devastadora y muy virulenta”. Sin embargo, en el caso de la riada del Xúquer señalaba que «en esta zona los daños fueron menores, ya que sólo había un poco de barro”.
La damnificada lamenta la falta de ayudas que están llegando a la localidad en las últimas horas. “En el 82 pasaban los camiones y el Ejército y nos daban comida y ropa, pero ahora no ha venido nadie. Estamos abandonados y sólo nos ayudan los otros pueblos”, lamenta la afectada, quien señalaba que «toca volver a revivir la pantanada”. Ella ya sabe cuál es el próximo paso: “Estamos acostumbrados. Ahora toca sacar todos los muebles, limpiar y volver a empezar”.
A varios kilómetros de Algemesí, la devastación ha sido menor. Pero José Joaquín Bosch tiene 61 años, es de Riola y también ha vivido las tres inundaciones más devastadoras de la Ribera. Para él, la sufrida la noche del martes supera en gravedad a las anteriores. “En 1982 entró más agua, pero esta ha sido peor”, aseguraba.
En aquella ocasión, recordaba, el nivel de la inundación alcanzó los 1,7 metros de altura. Esta semana, “el agua llegaba por la cintura, sobre el metro, más o menos”. Sin embargo, “ahora hay mucha más suciedad que por aquel entonces”.
Por un lado, subraya la gran cantidad de barro que se ha acumulado en la población. “En una pequeña zona de pocos metros hemos sacado ya varios camiones. En 1982, la limpieza del pueblo fue mucho más rápida y pudimos ir a otras ciudades afectadas a prestar ayuda. Han pasado un par de días y el barro no se acaba, todavía queda mucho por hacer”, explica.
Otro factor determinante, apunta, es el volumen de trastos afectados por la inundación. “Hace cuarenta años, la gente tenía menos electrodomésticos y muebles, ahora todavía hay personas que sacan sus trastos inservibles a la calle”, indicaba.
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Bosch se muestra, igualmente, agradecido por la ayuda recibida por parte de los voluntarios y administraciones locales que se han volcado durante los últimos días. También dice estar convencido de que, con el tiempo, “esta catástrofe se recordará mucho más que la pantanada”. n