El Gobierno ha pasado de minusvalorar la maniobra del PP en Bruselas para intentar tumbar el nombramiento de Teresa Ribera como vicepresidenta ejecutiva en la Comisión Europea a encender todas las alarmas. El pasado martes, cuando se frustró su aprobación prevista por el Parlamento Europeo, fuentes del Ejecutivo se mostraban convencidas de que conseguirían “como mucho, el retraso de unos días”. Sostenían que el Partido Popular Europeo no iba a supeditar a “un interés nacional” el pacto global alcanzado con socialdemócratas y liberales para el reparto de los principales puestos de responsabilidad en la nueva legislatura. 48 horas después, las sensaciones han cambiado y el temor ha crecido. Principalmente, según argumentan, porque Alberto Núñez Feijóo estaría jugando la baza de que el alemán Manfred Weber, jefe de filas del PPE, necesita sus votos para seguir siendo presidente del partido a nivel europeo.

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