El monopolio brasileño que rige la Copa Libertadores arrancó en 2019, coincidiendo con la definición del torneo en una final a partido único. Desde entonces, solo clubes ‘canarinhos’ han reinado en Sudamérica. Y ya son cuatro: Flamengo (2019 y 2022), Palmeiras (2020 y 2021), Fluminense (2023) y, ahora, Botafogo (2024).
Y lo curioso es que, de estos seis títulos en secuencia, cuatro de ellos han sido conquistados por entrenadores portugueses. Jorge Jesus, que firmó un año perfecto con el Flamengo, empezó la racha en Lima con el doblete in extremis de Gabigol (min. 88 y 91) ante el River Plate, de Marcelo Gallardo (1-2).
Le siguió el bicampeonato del Palmeiras (2020 y 2021), que ganó Abel Ferreira, que aún se mantiene en el cargo
Y, este sábado, Artur Jorge se unió al grupo. Obtuvo el primer cetro continental de la historia del Botafogo, en una final épica contra el Atlético Mineiro (1-3), disputada en el Monumental de Núñez, en Buenos Aires, en la que equipo estuvo en inferioridad numérica desde el segundo 29 de juego, por la expulsión por roja directa del centrocampista Gregore.
Lo curioso del trío luso es que fueron campeones continentales en la primera temporada en que dirigían sus respectivos equipos brasileños.
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Artur Jorge (52 años) aterrizó en Río de Janeiro en marzo, después de que el propietario del Fogao, el maganata estadounidense John Textor, pagara 3 millones de euros al Braga para romper, abruptamente, su contrato. La salida del club de toda su vida, donde fue jugador, y técnico desde las categorías de base hasta al primer equipo, fue algo traumática y no exenta de polémica.
Era el tercer entrenador portugués del Fogao desde que se convirtió en una sociedad anónima deportiva. El primero fue Luis Castro (marzo 2022 a junio 2023), que estaba haciendo un gran trabajo. Cuando decidió irse a Arabia Saudita a dirigir el Al-Nassr de Cristiano Ronaldo, fue substituido por Bruno Lage, que solo duró tres meses en el cargo (de julio a octubre de 2023), que coincidió con la hecatombe del equipo que perdió un Brasileirao que tenía en el bolsillo.
Artur Jorge estabilizó futbolística y emocionalmente al equipo. Supo sacar partido a la inversión maciza del club, como el cuarteto ofensivo que aterrizó en este 2024 (Jefferson Savarino, Thiago Almada, Luiz Henrique e Igor Jesus), formó un bloque competitivo e impuso un fútbol vistoso que conectó con la ‘torcida’ y la opinión pública brasileña.
Cuando los fantasmas del pasado hicieron acto de presencia las últimas semanas, alimentando la fama de gafe y ‘pupas’ de la entidad, su actitud y sus decisiones fueron claves para enderezar el rumbo.
Ha sacado matrícula de honor en la que fue señalada como “la semana más importante de la historia del Botafogo”, en la que se jugaba los dos principales títulos de la temporada en cinco días.
La noche del martes ganó la ‘final del Brasileirao’ imponiéndose 1-3 a un Palmeiras que jugaba en casa y le valía el empate. Abrió tres puntos de ventaja con los paulistas cuando solo quedan seis en juego. Artur Jorge le dio un bañó táctico a su compatriota Abel Ferreira, que, por primera vez, fue insultado por su propia afición.
Y, este sábado en Buenos Aires, supo reordenar sus peones, al quedarse con diez en el primer minuto de juego, imprimió temple y confianza desde la banda. Lo más fácil era haberse desquiciado. Transmitió más entereza que un Gaby Milito, que vio perder su segunda final en menos de un mes, después que un novato, como el excolchonero Filipe Luiz, ya le hubiera ganado la partida en la Copa do Brasil con el Flamengo.
Artur Jorge sale reforzadísimo de esta Libertadores. “Hemos hecho algo enorme. No me acuerdo de nada parecido a esto, que un equipo haya disputado una final con esta jugando los 90 minutos con jugador menos. Estamos todos muy emocionados porque ha sido una victoria épica, probablemente la más épica que nunca hubo en una final de Libertadores”, ha expresado, eufórico.
“Este, sin duda, ha sido el partido más importante de mi vida. Y ha sido la victoria más sabrosa de toda mi carrera. Esta plantilla ha demostrado que son animales competitivos”, ha destacado.
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Ahora, sin demasiado tiempo para administrar la euforia, tiene dos últimos partidos para intentar ganar el Brasileirao y firmar un doblete que solo lograron el Santos de Pelé y el Flamengo, en 2019.